“El amor que viene”

(Sobre el amor después del amor)



“Ex”
yo no te quería ex.

Esta vez,
por primera vez para lxs dos,
no fue nuestra elección romper.

“Ex”.
Me negaba a ver, en ti, mi ex.

Soñamos con que podíamos hacer algo distinto

como prometimos

esta vez, por primera vez,
para lxs dos.
no fue una opción romper.

No fue una opción
y yo...

para lograr no romper contigo,
por el camino,
sí que tuve que romperme un poquito yo.

Mi ex.

No, cualquier otra cosa sí.
Pero no, mi ex NO.

Y tuve que fingir, muchos días.
Y tuve que olvidar, muchas noches.
Y tuve que hacer un “como si”
a cientos de cosas que dolían

hacer, como si la herida cerraba
mientras me preguntaba si acaso la sentiría
así de abierta para siempre.

Fue cuestión de Fe? Yo que sé.

“Mi ex”...

Me pregunté

si el camino del dejarte ir, sin dejarte
sería el de alejarme de mí mismx para lograr ese retenerte sin soltarte
si ese camino terminaría y,
peor: cómo y dónde terminaría(mos)
al hacerlo
lxs dos.

No hay referentes.

Y luché y luché
por no ser yo tu puto ex.

Y tú te me aparecías, y yo no sabía
si aún eras tú o era ya una sombra
a quien veía
y te apretaba fuerte por las noches
en silencio
mientras tú dormías
y aunque sí que reconocía tu cuerpo
no eras ese tú, ni era ese cuerpo
el que creía ver

a veces creí que me volvía locx
que se me iba la chaveta en esta aventura imaginaria
no sabía si deliraba, pensaba que me perdía

(que no, no hay referentes, joder)

y después de años
de tantos pasos dados
miro hacia atrás, con el alivio
al fin
de quien ya puede confiar
de quien no va a retroceder

“Mi ex”, perdona que me ría

ha sido tan difícil, mi vida
hacer un duelo mirándonos tan transparentes,
tan vulnerables, tan de frente
separar tanta parte de nuestros andares continuando agarradxs de la mano

ha sido tan importante, amor mío
descubrir el que por fin hay un día en que despiertas
y
que este amor nuestro descansa
mientras descansas con otra
(y descanso con otrxs yo también)

y

que ha dejado paso
a un sentimiento valiente, profundo,
vivo.

He dejado de necesitar de ese ideal
que puse en ti, monógamx novix míx
para dejar paso al amar
a la precisa persona
que he sido testigo
la que delante mío
has llegado a ser.

Cariño.

El amor después del amor
llega, gracias a ti y a mí.

Hemos llegado hasta aquí.

Rompimos con el “romper”
conseguimos lograr reírnos
del más inquebrantable decreto divino
evitar hacer del amor ese estropicio
desesperanzador y capitalista

y dejar esta huella inscrita
tan íntima y tan política
para que otrxs la recojan
y ojalá nunca más se repita

“...Es que verás. Es que es mi ex”


Escrito en el 20 de noviembre.



Hoy. Día internacional de la memoria trans.


Leo las palabras “memoria” y “trans” encontradas en el mismo golpe expresivo, y, eso me sucede: que me golpea algo.


¿Cuál es el golpe? Me digo.


El golpe es que, si algo nos arrebatan, es memoria.


El golpe es que no estamos. Nos han eliminado, es que nos seguís eliminando.


El golpe es que no estuvimos en los campos de la Alemania nazi, no estuvimos en los gulags, no estuvimos en las filas de fusiladxs ni estamos en los hoyos que aún nadie abre y reclama. No estamos en cada guerra fría. No estamos en las civilizaciones arrasadas por lxs blancxs.


Ése es el golpe.


No estamos. No estamos en vuestras historias cisheteros rancias, no estamos en vuestros relatos, en vuestras poesías, no estamos en vuestras películas más que para haceros llorar y no estamos en vuestras fantasías más que para haceros correros.


No existimos. No existimos en vuestras cenas de nochevieja. En vuestras bodas, vuestras reuniones de empresa, vuestras presentaciones sociales. No existimos en los vestuarios, los baños, los probadores, los cambiadores, las leyes, las teorías, los bailes, las salas de espera, la camilla médica, la mesa de lx psicóloga, la receta farmacéutica.


Ése es el golpe.


El golpe es cuando a veces no tenemos nada que recordar, porque nos estáis olvidando. Nos obligáis a olvidarnos. Nos borráis y se nos olvida que lo estáis haciendo. Porque aunque no estamos, seguimos entre vosotrxs y seguimos viviendo, nuestras vidas lo más tranquilas que logramos conseguir tener al final. Y eso, lograr eso, ya es una gran, gran victoria, creedlo.


Transitar es un proceso personal que requiere, de por sí, luchar día a día por una memoria. Por no olvidar, porque no quiero olvidar mi nombre, mi pasado.


No quiero olvidar cómo me llamaban cuando me gritaban a lo lejos, la ropa que me compraron y que tanta ilusión me hacía cuando llegaron las rebajas. No quiero olvidar el corte de pelo al que me acostumbraron, los códigos a los que me acostumbraron, no quiero jamás olvidar quién me dijeron que yo era.


Porque soy yo, fui yo, seguiré siendo tan irremediablemente yo hasta el día que me muera.


Y ese día que suceda solo pido que no me borren de la memoria. De que esto fue así, de que la vida también fue así, que puede ser así y que lo será para siempre mientras quede quien resista a este golpe.


“Memoria” trans. Aquí queda hecha a mi manera.




Canciones para espantar el miedo.





Repite conmigo. Saltemos a la cuerda.

Uve a cé i o.
Nada por aquí, nada por allá.

Nada.
Y nado, nado, nado, nado... y
glup glup

y Nada.

Repite conmigo. Saltemos al vacío.

Uve a cé i o.
Nada por delante, nada por detrás.

Nada de lo que creíste. Nada de lo que había.
Creíste. Había. Y ahora, ya nada.

Nada de Nada.

Uve a cé i o.
El mayor peligro.

Uve a cé i o.
Tu peor enemigo.

Todo era eso.
NADA más que eso.

...Era nada.




Mantras pre-navideños.



Sea como sea.
Tú ya no vas a volver allí.


Aquello, aquello: ya fue.
Tú sabes
que no vas a volver allí
te dices
y mientras tus manos
y tu vientre y tu pelo y tu pecho
tan distintos 
lo escuchan y lo dicen también contigo. 


Te lo juro y te lo advierto.


Estás a salvo.
Niña, niño, niñe. 
Lo lograste.


Por tus muertxs y tus propias muertes. 


Que no. Que allí
ya te digo yo 
que allí tú ya no vuelves.




Al final.



Al final.


Me tomo la vida tan en serio y tan deprisa
que no queda sitio para pararme y ordenar.

Todo lo que me doy cuenta
todo lo que debería decir.

(Este andar debiendo decir porque
siempre se lo ando debiendo a alguien
al final)

Y por ello
al final.
Sale el poema breve.

Al final.

Ni yo tan monógamx
ni tú tan cis
ni quererse cuesta tanto como dijeron
ni sé si la muerte mereció nunca tan poco la pena como ahora mismo

en este mismo aquí contigo.

Sí sé
que cada vez que te pienso se me hace
esta ciudad un poco menos monstruosa y grande
y se me hace la soledad y el ombligo egoico un poco más pequeño.

Igual, el amor al final era algo como esto.

Quién sabe.
Al final.




Octubre.





Agárrame la mano.
Enséñame aquello de la vida.
Vayámonos de aquí.
O no, no nos vayamos. Permanezcamos.
Enséñame vida justo donde
hace falta recordarla.

Vamos a dar una vuelta. Sin rodeos.
Recuérdame lo importante.
Sé mi cómplice en estas noches en que todo da tanto miedo y se me olvida si la moraleja de esta película iba de seguir vivxs o de acabar muertxs.

Enséñame vida. Que se me quede metida justo justo en el centro de mi cuerpo.
Que no se me escape.
Que no me la vendan, que no me la roben, que no me la cambien.

Por cualquier otra basura.

Esa vida que era tan real y cierta, que era tan tuya, mía, que era tan nuestra.

Dame la mano por favor, que por mucho que grite
no puedo hacer que esto pare.

Que se destapa el fascismo. Que estos días
se han llevado las calles.

Enséñame vida. Recuérdame lo importante
que con el helicóptero
de fondo
a mí
por instantes
casi-casi se me olvida.




Centímetros.




Me parece estar hablando con un sarcófago emocional”
                                                                       dijo mi psicóloga



Yo sé que ando lejos
A unos centímetros del mundo
Que estoy guardando silencio


Últimamente
escucho, miro
y me hago preguntas


Porque, sabes
He descubierto:


No va a ser suficiente


Lo que te quiera
Lo que te cuide
Lo que tú llores

Lo que gritemos
Lo que resistamos
Lo que defiendas

Lo que me confunda
Lo que me equivoque
Lo que corrija
Todo lo que aprenda


Te lo he dicho.
Nunca va a ser suficiente


Ni contigo
Ni entre todxs
Ni precariamente a solas


No nos va a bastar


Ni en tu casa
Ni en la mía
Ni en la de nadie


Pero vamos a tener una vida entera para contarnos todo esto
Para dejar la huella ser el testigo

De que efectivamente
había otras maneras

Podíamos simbolizar otras formas

En que haber nacido
en esta absurda época
y sin elegirlo
al final
habría
merecido la puta y santa pena.




Nueva Serie de Pequeños Cuentos Viejos o “por qué a lxs trans la habitación de la Woolf se nos quedó pequeña”





II.

 

                                      Descubrí a Aladdin
                          me froté mi propia lámpara
                                     y le pedí mis deseos.



Y pedí poder ser niño
para poder desear
y desearme a mi manera.



                                 Y pedí poder ser niña
                         para lograr la invisibilidad.
                             Sólo querer desaparecer
                   sólo conseguir que me dejaran
                                                        en paz.

Nada funcionó.
Me asusté. Me perdí.


                     Hasta que descubrí la magia:
               la lámpara siempre concede tres.



Encontré mi tercer deseo.
Lo inventé. Lo habité.


Y fue allí que
colorín colorado
me quedé a vivir.






Nueva Serie de Pequeños Cuentos Viejos o “por qué a lxs trans la habitación de la Wolf se nos quedó pequeña”


I.

Dormí niña y desperté monstruo.


Las paredes de mi habitación nunca supieron contener,
el mundo que adentro se venía. Encerraban y no abrazaban. 
Sólo ocultaban, sólo retenían.


Y me escapé.


                                            Hoy, que duermo “él”
                                             y sueño con la niña. 



La niña que despierta y juega con el monstruo.


Y, entre juego y juego,
se susurran se cuentan y se miran.
     

Lo que entonces no se tuvo palabras para decir.






Mi carta personal a futurxs trans*



No te voy a decir
que te deseo todas las noches en que no vas a poder dormir
que te deseo tu casi asegurado desorden alimentario
tus veranos sin piscina, ni playa que valga
que te desapuntes a todas tus clases deportivas con las que tan bien contigo te sentías
que llores recordando todo aquello tan bien creías que te sentaba.

Creerte que sólo cortando y hormonando todo esto acabará.


No te voy a desear todas las torturas mentales en las que entrarás
creyéndote que tus miles de preguntas profundas y punzantes te van a llevar a alguna parte.

No te deseo por nada del mundo el pedazo de viaje, este de vivir en tus propias carnes la violencia que es el género, en el que vas a entrar.

Pero el caso, es que sí, es que te deseo este camino. Te deseo este gran camino, hermanx.

Te deseo que no te rindas, que no cedas, que no permitas que el miedo te haga perderte la oportunidad de encontrarte.

Ojalá pudiera ahorrarte los putos años en que parece que esto no termina. En que ya no sabes si vivirás o morirás en el intento o qué será de ti si no frenas todo esto.

Pero no, ni puedo ni te haría nada bueno si desaparecieran. Porque son los insoportables más importantes años en que al fin entenderás lo que la mayor parte de la gente jamás tuvo que tenerse que preguntar.

Te deseo la libertad de preguntarte las preguntas más prohibidas, de vivir el cuerpo más prohibido, de sentir el afecto más puro y real de todos cuantos pudiste llegar a imaginar.

Te deseo que te des tu momento, que encuentres tu ritmo y tu margen, que no te coma la imagen en estos tiempos que corren de mentiras que vuelan.

Te deseo que no llegues a ninguna parte, y que cuando llegues, a esa Nada, te llores y te rías y mires hacia el pasado y comprendas tantas y tantas barbaridades que sin toda esta mierda no hubieras ni pensado, ni atisbado.

Que te conviertas en esa gran persona que no tiene que ser suficientemente nada, porque ya fue suficiente, porque querer ser feliz ya es todo lo suficiente que unx se necesita proponer para vivir.

Entenderás las trampas identitarias y las grandes mentiras de un Yo rígido y frágil que no existe y que nadie parece darse cuenta de esto.

Te deseo, te deseo de corazón que cojas aire, cojas carrerilla y que saltes, que muchas estaremos aquí para recibirte, y quiero que te repitas tantas veces como puedas que nada grave va a poder pasarte, mientras tú estés contigo y de tu parte, en todo lo que está a punto de pasar cuando decidas que


AHORA ya es YA.


(Te deseo todo esto, y que el feminismo te acompañe)










Tirso.




Te acompaño en tu muerte y me enseñas de mi vida.


Nos quisimos tanto. Tu masculinidad fue tan tierna y bella. (¿Sabes que nunca te vi enfadado?) 
Fue un regalo tenerte.


Tus burros, tus quesos y tus mulas, tus campos, tu boina, santiguarse al salir de casa, hacerme cosquillas en los pies y zumos de naranja, trabajar duro por ser quien tú eras. Los paseos y las plazas.


El dolor de que te vayas es tan hermoso como tus pedazo ojos azules.


Abuelito, mis raíces y tu semilla se quedan bien a salvo. En este mundo extraño.

Los días lentos.



A veces todo va demasiado deprisa, aquí adentro.
Es por eso, es que he de crear, los días lentos.

Miro las olas. Me recuerdan a mí mismx en casi todos sus gestos
y también su movimiento me recuerda a ti
a tu paso por mí. Me recuerdan al ti en mí.

A veces todo va demasiado inseguro, debajo de mi caparazón escudo.
Es por eso, que he de crear, los vínculos desnudos.

Miro tumbado desde la cama las paredes de tu cuarto. Me recuerdan a tantas habitaciones en las que antes. Pero eso fue antes. Esto en que estoy es ahora. Y, por un instante, ese ahora, tu casa, el refugio, estas líneas, son todo lo que hay de mi parte. Y que sea así está bien.

Todo está
bien.
Me susurro lento.
Bien
lento.
Te susurro al oído.
Fóllame.





Mantras jipis.





Me confirmo vivx.
Me confirmo absolutamente mediocre. Y únicx.

Me confirmo que todas mis partes aparentemente rotas y contradictorias me conforman completx y perfectx.


No necesito ser masculinx ni femeninx para ti. Ya no necesito eso. 
Y me alejaré si me lo quieres hacer volver a sentir.

Les confirmo a todos mis demonios que sí, que pueden visitarme.
Que no se escondan. Que les daré el espacio y el tiempo correcto.

Me confirmo que no abriré más el vacío.
Me confirmo que merezco lo que, el tiempo que me quede, me quede por llenarme.

Mantras jipis para seguir para adelante.

Fuerza, respiración, centro y claridad. 
Por mí y por todxs mis compañerxs.



Diario rápido del acompañar en terapia.




Llego. Llegas. Nos sentamos. O no, no nos sentamos. Hacemos algo distinto.

Llego. Llegas. Ni yo sé ni tú sabes a dónde llegaremos.

Y estamos frente a frente mientras tanto.

Te miro. Me miras. Suceden cosas. O no, no sucede nada, y entonces, es eso justo lo que sucede: La Nada.

Das vueltas, te mareas, me mareas, le doy la vuelta al mareo, y tú lo rodeas y yo me voy contigo a dar una vuelta por tus rodeos.

Y ruedas, y ruedas, y ruedas.

Y yo te dejo. Sé que esa es exactamente la manera en que me estás dejando conocerte, y en que mientras, por dentro, tu instinto de supervivencia se tensa y destensa y te preguntas una y otra vez si acaso seré yo alguien que te inspire confianza.

O si se te aparecerá en mí la/s persona/s que un día te la traicionaron.

Puede que lo que crees ver en mí te guste, puede que no. Por dentro te vas ordenando y ahí te decides si te vas o te quedas.

En general, casi siempre, al final te quedas.

Algo dentro tuyo sin que te des cuenta se suelta. Y abres. Y entras. Y te quedas.

Y ahí es cuando empieza la verdad. Tu verdad. Ahí es cuando la realidad se muestra, y coge forma, y se despliega.

Yo lo vivo como magia, casi siempre. Tú lo vives de tus miles de sensaciones y maneras.

Es la confianza. La confianza.
Es el pequeño detalle de grandeza humana, la que

me regalas cada vez que empezamos un nuevo viaje de sombras y de luces. De vomitar las palabras que te arañaban el cuerpo. Que te rompían del quien tú eras.

Y se termina. Se acaba nuestro tiempo. Y nos despedimos.

Y tú te vas, pero,
una parte de ti, y de mí, creeme: ya para siempre se queda.




El meu cor.



¿Que cómo está mi corazón?

A mí, que me han repetido
en tantos y tantos lenguajes distintos
que lo mío no vale
que soy una equivocación
que quien soy yo está mal
hasta la saciedad
hasta que se me ha quedado
como dentro de los huesos,
a fuego
inscrito

y a menudo en mis noches del alma yo
me tengo que debatir,
que enfrentarme a mí mismo
y discutirle a mi propio esqueleto entre si
yo merezco ser, o si dejarme,
si dejarme de nuevo dejar de existir yo.

¿Que cómo está mi corazón?

Mi corazón, ese cementerio acorazado
que bombea
de pura rabia
de fuerza, de hambre, de vidas del pasado que se reencuentran en cada firme y decisivo presente

que cómo está mi corazón, dice

que cómo está este trozo de inocente pureza que cargo aquí escondida
que mantengo entre mi cuerpo
a la que defiendo con mi vida pero a la que
aún no he sabido apenas
aprender a proteger.

Que cómo está. Mi corazón.

Casi siempre me lo olvido en combate
atravesando un profundo desierto de soledades, polvo y frío.
Mi corazón está late que late

buscando, buscando, buscando
un camino

un latido definitivo de paz
está buscando el hogar
donde le confirmen
que merece quien es
que merece haber nacido.

Mi corazón
sin edad, raza ni género
acompañante de casi cualquiera
menos, y por supuesto, de sí mismo.

¿Que cómo está, mi corazón, has dicho?


Dear cis.


Sé que no te vas a enamorar de mí.
Lo sé porque no lo espero.

Sé que te vas a contradecir
cuando no sepa ni cómo ni si

quitarme la ropa
frente a ti

cuando no sepa ni cómo hablarte
de mis preocupaciones
difusas, irracionales
de las que no hay libro teórico que nos saque del embrolladero

yo sé que te vas a poner rara
en cuanto te cuente
mi parte.

Yo, aquí, vulnerable y paciente
me tienes justo enfrente, abierto y dispuesto
defendiéndome a duras penas
de cualquier mirada, mensaje o tocamiento
en que sienta que no vas a comprender
a mirar sin ver, a no poder leerme.

Y aún así, te dije que vendría, y vengo.

Aunque

sé que no te vas a enamorar de mí.
Encantadora chica cis.
Lo sé porque no lo espero.



Cosas, de domingo, de resacas.

De nuevo las emociones en el centro de lo que pienso, no las pienso separar. Miedo. Llevo meses lidiando con un miedo muy profundo, es congelador, una parálisis interna que no se va, a veces no me deja respirar.

Tengo miedo no, pánico, de la extrema derecha. Tengo miedo no, pánico, a las políticas y al momento histórico y ecológico que anuncian, que veo, que huelo, que me rodea, y a veces no lo puedo sacudir, no puedo respirar.


Tengo miedo no, pánico, a que alguien haga algo a la gente que amo. A las personas que amo y que me hacen sentir que pertenezco a esta vida. Pánico a verlas sufrir, a que alguien las toque, las dañe. Pánico a que las agredan. A que mueran. Pánico de que me lo hagan a mí. Tengo miedo a sufrir y a morir, también a tener que escoger entre eso o irme de aquí. ¿A dónde?

Intuyo que muchas estamos teniendo este miedo, y que nos cuesta nombrarlo, es demasiado. ¿Quién lo puede sostener?

Siento a la vez una tristeza profunda de que la historia se confirme y que ante el fascismo estuctural, ese caramelito capitalista que da satisfacción narcisista momentanea, y que conlleva a la muerte, tener que presenciar cómo nos cala, cómo no lo resistimos, cómo dentro de lo que yo necesito que sea mi espacio de seguridad, nos relacionamos con las formas fascistas a su vez: lo mío es mejor, lo tuyo no es humano, o digamos, es-humano-pero-peor, cierro mi empatía, me rigidizo, no quiero ver en ti lo que también soy yo, en mí lo que te necesito también a ti.

Entre la minoría de la minoría de la minoría, agredimos, nos ponemos la zancadilla, nos quitamos el bocata de la merienda. Nos empujamos.

Dentro de este pánico y esta tristeza con las que lidio, y me posiciono, y decido, en mí ha cambiado una consigna, hay unas formas políticas que han muerto y ya no me sirven para los fines que persigo, hay algo que es nuevo y hay algo que ya no está aquí...

Mi antifascismo necesito que sea más profundo y directo. La acción soy yo mismo y misma y misme y lo que sea y lo que venga y lo que tenga que venir.

Gracias personas que amo. Muchas. Hemos llegado lejos, fuertes, hemos logrado sentirnos libres y queridas. Nos hemos creído con el derecho a ser quienes nos ha dado la gana de ser. Nos hemos reconocido, encontrado, como si una libertad llamara a las otras.

Hasta aquí, hemos conseguido vivir.

Sandwich mixto.




Nunca fuimos lesbianas de adidas
nisiquiera llegamos a bolleras del Arena.

Bollipringuis, precarias de feminidad desubicada.
Bollifelices con sus tonterías de no ser de barna.

En nuestras tierras éramos de un hetero absurdo en que nos tirábamos a todos los tíos que se podía en los locales
 donde la playstation y el calimocho.

Casi nunca nos corríamos, a veces sí,
siempre el siguiente finde podías volver a intentarlo.

Tenemos la masculinidad tan pueblerina y atrofiada que no sabemos qué es lo nuestro.
De qué vamos. No se sabe, yo qué sé.

Nunca llegamos ni a lesbianas de adidas, lograr ser tiarrones trans se nos queda
obviamente lejos e impostado.

Qué complejidad cuadrar de qué vamos.
De trans frikis, de trans de otra cosa, como de que todo esto nos viene de pa otro lado.

Nos sigue sin llegar la masculinidad pa binders, a veces si vamos a una entrevista nos ponemos el bañador de la piscina.
Tenemos 4 pelos aunque nos gusta
que nos los toques todo el rato.

Me gusta mil veces más que uses el arnés conmigo que yo tener-que
porque-yasabes-toca.

No nos vamos a depilar lo que está saliendo por nuestros cuerpos, tiramos la ropa de la adolescencia, la que más dolió fueron
 las 3 faldas sexis
con las que siempre pillabas cacho.

Queremos que nos reconozcais
trans feministas porque eso es lo más importante de entre todas las tonterías importantes que hemos sido.

Hace 10 años descubrimos el feminismo
y ahí nos quedamos a vivir, a vivirlo TODO.

No pretendas que ahora no me sienta cuestionado sobre si puedo entrar o no, sobre si cuál es el tránsito al que no vas a convertir y al que sí en el enemigo,
en un espacio en el que pudimos gritar llorar y decir BASTA a toda la violencia
que nos habían metido.

Cuestionar nuestra identidad en un espacio en el que por fin pudimos descubrir
 "cómo era ser yo" gracias al amor
y la ternura entre nuestras compañeras.

No pretendas. No te atrevas.

Todo esto se lo debemos a los locales de playstation y calimocho, a las adidas que nunca tuvimos, y a la primera vez que nos gritaron guapo a lo lejos
y nos quedó dentro como la mayor declaración de amor del mundo.

Yo lo único que tengo claro es que no sé cómo se llama esto mío,
pero por favor, tú, llámame para siempre guapo.


Mamá.



Llorar entre los brazos de una madre loca.

Siempre será mejor y siempre es peor que llorar los brazos de una madre muerta.

Llorar entre los brazos de una madre enferma.

Siempre será mejor y siempre es peor que no reconocerse en tu propia madre.

Yo sí
yo, que me reconozco en tu enfermedad y en tu locura

y eso,
y eso madre

me hace tener esta raíz y esta patria pertenencia
tan loca, tan rota, tan verdadera

esta
firmeza, marca propia
tan mía
tan trans*

cogida por pinzas

esta firmeza torcida
tan
auténtica como
inestable.

Asilo.



Compañera.

¿Me creerías si te digo
que tu abrazo es mi asilo?

Que entrelazar nuestros cuerpos hace trinchera.
Que tu cadera en mi cadera
me generan
una barricada salvaje y firme.

Que follando contigo, 
yo saboteo juntos
al patrón de la fábrica
al capitán del barco
y al patriarca de la tribu.

Compañera.

¿Cuántas veces agarrarnos de las carnes
existir en los gemidos
mecernos en los orgasmos
nos salvó de la llamada de la muerte
a la que vamos sorteando?

Compañera.

Deme el permiso
de romantizar como resistencia
este instante

míreme a los ojos sin vergüenza
respóndame honesta
si me creería
cuando le digo:
que tu abrazo,
tu abrazo compañera
es mi asilo.

Princesa azul.


Azul. Color azul.

Cogí mi fantasía y la manera en que prometías
una historia azul
las entrelacé en un nudo y jugué, y jugamos
fue divertido hasta que
el nudo se hizo corredizo en mi piel
y cedí su presión a tus manos
y dolía, y dolió

cogí tu fantasía y mi deseo
proyecté un nido de placer y calma
no conseguí ese paraíso del que me hablabas
sí que conseguí reabrirme la herida
conseguí acordarme
de lo que ya sabía
de lo que un día ya aprendí que me hacía daño.
Y dolías. Y dolió

amor mío
te parecías tanto, tanto
a mi vacío
parecías ocupar el preciso espacio exacto
al agujero que llevo dentro
tu volumen y forma parecían perfectas
hechas
a semejanza y medida
del hueco que cargo
de un sitio para otro, de un lado al otro
año tras año
sin descanso ni aparente motivo
y dolía, y dolió

cogí tu imagen y no pude
no quise
desapegarme de ella, costaba demasiado
me seducía demasiado
luché duro por reternerte y retenerme a mí en el cuento
a tu lado
permaneciendo
inmóvil
congelado

finalmente
cogí mis bártulos y mis vértigos
cogí mis excusas y tus mentiras
cogí mi chaqueta de invierno y mi sombrero de verano
cogí las fuerzas que recordaba que yo tenía
y abandoné el nido
y abandoné el nudo
y abandoné el barco
en el que
parecía que flotaba y
poco a poco
lentamente
yo
me iba
ahogando.

En ese azul.

Cogí el camino de vuelta.
Regresé. A mí, a mi principio
a mi centro.
Y es desde aquí,
que hoy
a salvo
te escribo
hoy desde esta orilla
es que te pienso.

Y desde ahí, te miro
de lejos y me concedo
me doy el permiso de
hoy
echarte
un ratito
y un mucho
y un tanto
de menos.