Una casa adentro.





Vuelve el sonido
de risas desde el salón


el olor a café
a ajo
a romero
a pan crujiente
a puchero que es para dos para cinco
y que también es para siete


vuelve el cálido abrazo
de buenas noches
las narrativas de sueños
de las mañanas que inician siempre algo


vuelve el
que lo que yo tengo no te falte a ti nunca

¿me has oído?

Nunca.


Vuelve la tierra bajo mis pies
los muros de piedra
adonde agarrar mis manos

vuelve el horizonte ante mis ojos
la promesa de la huerta que crece
y que traerá a tus brazos los frutos
de aquello que hayas cosechado.



Vuelve y vuelvo
sin haber tenido tiempo ni ganas
de parar
las herramientas para mirar hacia dentro
y hacia fuera
de todo lo que andaba pasando

no he tenido tiempo
en todo este tiempo que he tenido...
yo no sé en qué andaba pensando.


Vuelven las risas a inundar mi salón

la sobremesa

el apoyo mutuo, la esperanza
el poder creer en algo
creerlo
sólo por el hecho de que lo estás tocando


¿Dónde estás?
Me he ido.

Pero. Mira. Mira aquí.
Pon tu mano. ¿Lo ves?
Me está saliendo una casa adentro.

Cipreses para crecer más y más alto.
Me está saliendo una casa adentro.

Enredaderas para permanecer.
Me está saliendo una casa adentro.

Macetas llenas y vacías también
esperando ser nutridas con algo.
Me está saliendo una casa adentro.

Pájaros visitantes.
Me está saliendo una casa adentro.

Bosque vecino.
Me está saliendo una casa adentro.

Silencio y que lo dicho sea lo importante.
Me
está
saliendo
una
casa
adentro.


Pero. Mira. Mira aquí.
¿Ves el tejado?
¿Aún crees en la magia?
Yo creo que aún sí.


Quizás esta vez pueda dejarme confiar
y dejar de escapar un rato.

Aún no he llorado ciertas cosas.
Necesito poca cosa, 
refugio, algo de hombro y un poco de tacto.


Queda tanto por curar
por susurrarnos.

Mira. Mira.
Toca aquí.
Es cierto.


Me está saliendo
una casa
por cada esquina de mi cuerpo.