Con humildad, silencio y austeridad.

llegó el momento de volver

volver a casa.






punk.


Prefacio para mis futuras memorias.

Con 14 años ya era punk aunque yo no lo sabía. Esta foto es de un carnaval, salgo disfrazada de pija y fumando aunque yo no fumaba, estoy encima de la encimera de una cocina que desconozco apoyada en un bote de nesquik, recuerdo ligar con el chico que me gustaba de la fiesta y sólo sé que es desde esa noche que no he podido volver a beber tekila.

Transfemilistas.






Al principio era una tesis de Preciado, luego se convirtió en el patio del recreo. De uno feo, custodiado por monjas castigadoras y con gente con mote que a la salida le quitan su bocata.


La idea es escapar del insti, y hacerlo a toda costa. Aunque sea dejando atrás a las amiguis colocadas en sus propios instis, y perdiéndote el baile final y la graduación.
Que su deidad el feminismo me saque ya de allí. Nunca quise volver a las discotecas de Palencia. Y ya son demasiados dejavus.
Hay que ver qué fea suena la palabra "instituto" repetida cinco veces, y qué feo quedarse a vivir para siempre allí.
Semos anti-instituciones crónicamente institutoliadas.

Aire!

Siete(cientas) vidas.



Esta canción es una mañana soleada en Granada, son 23 años, es dolor, fuerza y rabia, son hostias, abrazos, es realidad, nuevas formas de mirar y de follar, es un "y ahora qué", todo un incierto camino por delante.

Bandas sonoras de una vida.




"Cuando me acuerdo de ti, rememoro el principio del fin..."



Bajas pasiones.


Imprevisto. Me atrevo, miro. Ausencia. Y entonces sólo soy mi propio niño oscuro. Las teorías sobre amor romántico ahora mismo no alcanzan y el impacto de ese cariño haciendo eco te empuja y te tira.

Recuerdos, duelo, letargo azul, tristeza serena y dejar a la oscuridad visitar un rato este cuerpecillo.





¿Algún día dejaré de mirarte así cuando te miro?


Descuerpos.

El mercado me ofrece cientos de productos, complementos, programas e intervenciones corporales. Me ofrece hormonas, inyecciones, me ofrece terapia. Me ofrece dietas y gimnasio. El mercado no atiende ni entiende la posibilidad de sentirse bien en el cuerpo de unx mismx, entiende y extiende la posibilidad de comprarte otro cuerpo, otra autoestima, otra vida.

Me da por creer que a las personas gordas, de funcionalidad diversa, anórexicas, bulímicas y trans nos están engañando exactamente igual. Que tenemos una desesperación compartida.

Y para terminar, me pasa que cuando pienso esto, y me pongo nervioso, el feminismo no me suele ayudar a encontrar la calma que sí encuentro accediendo, de cualquier forma, al mercado.