Mi carta personal a futurxs trans*



No te voy a decir
que te deseo todas las noches en que no vas a poder dormir
que te deseo tu casi asegurado desorden alimentario
tus veranos sin piscina, ni playa que valga
que te desapuntes a todas tus clases deportivas con las que tan bien contigo te sentías
que llores recordando todo aquello tan bien creías que te sentaba.

Creerte que sólo cortando y hormonando todo esto acabará.


No te voy a desear todas las torturas mentales en las que entrarás
creyéndote que tus miles de preguntas profundas y punzantes te van a llevar a alguna parte.

No te deseo por nada del mundo el pedazo de viaje, este de vivir en tus propias carnes la violencia que es el género, en el que vas a entrar.

Pero el caso, es que sí, es que te deseo este camino. Te deseo este gran camino, hermanx.

Te deseo que no te rindas, que no cedas, que no permitas que el miedo te haga perderte la oportunidad de encontrarte.

Ojalá pudiera ahorrarte los putos años en que parece que esto no termina. En que ya no sabes si vivirás o morirás en el intento o qué será de ti si no frenas todo esto.

Pero no, ni puedo ni te haría nada bueno si desaparecieran. Porque son los insoportables más importantes años en que al fin entenderás lo que la mayor parte de la gente jamás tuvo que tenerse que preguntar.

Te deseo la libertad de preguntarte las preguntas más prohibidas, de vivir el cuerpo más prohibido, de sentir el afecto más puro y real de todos cuantos pudiste llegar a imaginar.

Te deseo que te des tu momento, que encuentres tu ritmo y tu margen, que no te coma la imagen en estos tiempos que corren de mentiras que vuelan.

Te deseo que no llegues a ninguna parte, y que cuando llegues, a esa Nada, te llores y te rías y mires hacia el pasado y comprendas tantas y tantas barbaridades que sin toda esta mierda no hubieras ni pensado, ni atisbado.

Que te conviertas en esa gran persona que no tiene que ser suficientemente nada, porque ya fue suficiente, porque querer ser feliz ya es todo lo suficiente que unx se necesita proponer para vivir.

Entenderás las trampas identitarias y las grandes mentiras de un Yo rígido y frágil que no existe y que nadie parece darse cuenta de esto.

Te deseo, te deseo de corazón que cojas aire, cojas carrerilla y que saltes, que muchas estaremos aquí para recibirte, y quiero que te repitas tantas veces como puedas que nada grave va a poder pasarte, mientras tú estés contigo y de tu parte, en todo lo que está a punto de pasar cuando decidas que


AHORA ya es YA.


(Te deseo todo esto, y que el feminismo te acompañe)










Tirso.




Te acompaño en tu muerte y me enseñas de mi vida.


Nos quisimos tanto. Tu masculinidad fue tan tierna y bella. (¿Sabes que nunca te vi enfadado?) 
Fue un regalo tenerte.


Tus burros, tus quesos y tus mulas, tus campos, tu boina, santiguarse al salir de casa, hacerme cosquillas en los pies y zumos de naranja, trabajar duro por ser quien tú eras. Los paseos y las plazas.


El dolor de que te vayas es tan hermoso como tus pedazo ojos azules.


Abuelito, mis raíces y tu semilla se quedan bien a salvo. En este mundo extraño.

Los días lentos.



A veces todo va demasiado deprisa, aquí adentro.
Es por eso, es que he de crear, los días lentos.

Miro las olas. Me recuerdan a mí mismx en casi todos sus gestos
y también su movimiento me recuerda a ti
a tu paso por mí. Me recuerdan al ti en mí.

A veces todo va demasiado inseguro, debajo de mi caparazón escudo.
Es por eso, que he de crear, los vínculos desnudos.

Miro tumbado desde la cama las paredes de tu cuarto. Me recuerdan a tantas habitaciones en las que antes. Pero eso fue antes. Esto en que estoy es ahora. Y, por un instante, ese ahora, tu casa, el refugio, estas líneas, son todo lo que hay de mi parte. Y que sea así está bien.

Todo está
bien.
Me susurro lento.
Bien
lento.
Te susurro al oído.
Fóllame.