Dear cis.


Sé que no te vas a enamorar de mí.
Lo sé porque no lo espero.

Sé que te vas a contradecir
cuando no sepa ni cómo ni si

quitarme la ropa
frente a ti

cuando no sepa ni cómo hablarte
de mis preocupaciones
difusas, irracionales
de las que no hay libro teórico que nos saque del embrolladero

yo sé que te vas a poner rara
en cuanto te cuente
mi parte.

Yo, aquí, vulnerable y paciente
me tienes justo enfrente, abierto y dispuesto
defendiéndome a duras penas
de cualquier mirada, mensaje o tocamiento
en que sienta que no vas a comprender
a mirar sin ver, a no poder leerme.

Y aún así, te dije que vendría, y vengo.

Aunque

sé que no te vas a enamorar de mí.
Encantadora chica cis.
Lo sé porque no lo espero.



Cosas, de domingo, de resacas.

De nuevo las emociones en el centro de lo que pienso, no las pienso separar. Miedo. Llevo meses lidiando con un miedo muy profundo, es congelador, una parálisis interna que no se va, a veces no me deja respirar.

Tengo miedo no, pánico, de la extrema derecha. Tengo miedo no, pánico, a las políticas y al momento histórico y ecológico que anuncian, que veo, que huelo, que me rodea, y a veces no lo puedo sacudir, no puedo respirar.


Tengo miedo no, pánico, a que alguien haga algo a la gente que amo. A las personas que amo y que me hacen sentir que pertenezco a esta vida. Pánico a verlas sufrir, a que alguien las toque, las dañe. Pánico a que las agredan. A que mueran. Pánico de que me lo hagan a mí. Tengo miedo a sufrir y a morir, también a tener que escoger entre eso o irme de aquí. ¿A dónde?

Intuyo que muchas estamos teniendo este miedo, y que nos cuesta nombrarlo, es demasiado. ¿Quién lo puede sostener?

Siento a la vez una tristeza profunda de que la historia se confirme y que ante el fascismo estuctural, ese caramelito capitalista que da satisfacción narcisista momentanea, y que conlleva a la muerte, tener que presenciar cómo nos cala, cómo no lo resistimos, cómo dentro de lo que yo necesito que sea mi espacio de seguridad, nos relacionamos con las formas fascistas a su vez: lo mío es mejor, lo tuyo no es humano, o digamos, es-humano-pero-peor, cierro mi empatía, me rigidizo, no quiero ver en ti lo que también soy yo, en mí lo que te necesito también a ti.

Entre la minoría de la minoría de la minoría, agredimos, nos ponemos la zancadilla, nos quitamos el bocata de la merienda. Nos empujamos.

Dentro de este pánico y esta tristeza con las que lidio, y me posiciono, y decido, en mí ha cambiado una consigna, hay unas formas políticas que han muerto y ya no me sirven para los fines que persigo, hay algo que es nuevo y hay algo que ya no está aquí...

Mi antifascismo necesito que sea más profundo y directo. La acción soy yo mismo y misma y misme y lo que sea y lo que venga y lo que tenga que venir.

Gracias personas que amo. Muchas. Hemos llegado lejos, fuertes, hemos logrado sentirnos libres y queridas. Nos hemos creído con el derecho a ser quienes nos ha dado la gana de ser. Nos hemos reconocido, encontrado, como si una libertad llamara a las otras.

Hasta aquí, hemos conseguido vivir.