Sirenx

 



“Tengo signo de agua” 
dijo. Yo eso no lo entendí. 


Pero algo sí: 
que tenía unos ojos del color 
de algún océano extraño. 
Eso fue lo primero que pensé. 
Lo último fue que 
de entre sus piernas 
no dejó de salir en toda la noche 
mientras gemía 
agua, y agua, y agua, y agua... 


Toda la ropa acabó empapada 
el colchón, casi inutilizable 
quién, cómo, con qué y de qué manera 
dime 
iba a poder dormir 
esa noche 
entre toda esa marea 
y esx sirenx 
misterioso, acuático y húmedo 
alguien en que, si te podías encima 
te sentías 
como navegando 
en una balsa 
de agua salada y dulce a la vez 


Estaba muy oscuro, 
pero a pesar de todo sí logré ver 

unos ojos de color 
de algún océano extraño 
mirándome a mi también 
y dos piernas abiertas 
agua, y agua, y agua, y agua.... 




Mentiras.



Hubo una vez 
(yo no la recuerdo) 
pero sé que 
hubo una vez 
en que fui.

Que fui desnudo, que fui rendido 

fui 

Fui la carne, la piel, fui 
trozos ligeros de células 
inocentes.

Fui material blando y fui emoción suave.

Fui tan sólo el pedazo 
de esa forma en que lo vulnerable 
de puro frágil 
no se da ni cuenta 
ni que es.

Y yo, fui.

Fui de una necesidad transparente 
vibrante, brillante y obvia 
único testigo de mi propia naturaleza 
incolora, inolora... 
indolora yo diría.

Y acabé herido 
y acabé vivo 
y acabé creyendo 
que eran a mis mentiras 
a las que dar las gracias por ello. 

Y me mentí 
mucho, mucho tiempo 
justo aquel que necesité tener 
para poder dejar de hacerlo. 

Pero, lo importante, 
y te lo repito, y te lo prometo 
es que antes de todo eso 

yo fui.

Y fui todo, porque 
podría haber sido cualquier cosa. 

Al final, nada: 
resulté siendo 

aquella y aquel 
quien ahora escribe esto 
quien ahora te mira 
recuerda 
añora 
te desea y 
quien ahora 

es 

que mataría 
y, que por nada del mundo aceptaría 
cualquier otra forma de final 
de mi propio cuento. 



Paquetitos de paja.





En Tierra de Campos, de donde yo vengo, 
en verano puedes ver un paisaje de paquetitos de paja prensada 
que ha quedado recogida después de labrar el trigo. 
Marca a la vez un final y un inicio de temporada. 


Cuando era pequeñx tuve terrores nocturnos durante unos 10 años. 
Había noches en que la cosa iba mejor, otras peor. 
El recuerdo hoy en día es el de sentir presencias en mi habitación 
y tener mucho miedo a que se me llevaran. Rezaba, hacía rituales, hablaba con ellas, 
con Dios, con algunos héroes de mis cuentos, con quien pillara. 
(Hoy ya lo entiendo en parte, la cosa de ser niñx es, pues eso, 
que no te entiendes en ciertas cosas) 



Dentro de todo esto tengo el recuerdo de mi mamá 
venir a hacerme un paquetito de paja a mi cama. Me apretaba mucho las sábanas 
a lo largo de todo el cuerpo hasta que no me podía mover. 
“Ahora ya eres un paquetito, ya puedes descansar” decía.



Los paquetitos en el paisaje son 


el trabajo bien hecho, 
el resultado de un gran esfuerzo, 
son el final de un ciclo, 
es el orden, 
lo recogido, lo cosechado, lo labrado, lo limpio, 
lo preparado para poder volver a empezar. 



Yo cuando pienso en ellos, lloro. 
Son ese típico símbolo que se te queda marcado. 


Ay en fin. Todo esto para decir 


A mí me gustaría tanto 
haberme quedado paquetito de paja...



Estar bien.

                                                                         


                                                                            Te explico. 

Lo importante es que estés bien. 


Hay algo en el haber sobrevivido 
que siempre va a pesar 
en algún lugar de tu corazón 
salvo, que no sano, 
porque eso no existe 
del todo. 


Te explico. 


Hay algo del haber sobrevivido 
que, bueno 
que siempre va a decepcionar un poco. 


Todo ese rollo 
de la tierra prometida, 
del paraíso perdido... 


Y lo importante es que estés bien. 


Aunque las esquinas de 
la casa de tu cuerpo 
no pudieron ser contenidas 
en su momento 


aunque la norma te dejara esa marca 
en ese lugar que tú ya tanto conoces 
y temes 
y abrazas 
y a veces olvidas. 


Y sí, puedes hacerlo. 
Pero no olvides que nunca estarás solx 
en ello. 


Que somos, vida mía 
este ejército de histéricas y de suicidas 


que se llevan a cuestas a sí mismxs 
a lxs que por suerte aún les queda 
sangre en las venas 
y lloran cuando el gobierno asesina 
y gritan cuando no se les escucha 
y ríen cuando follan 


Somos, vida mía 
prueba y testigo 
de que las cosas 
podrían hacerse de otra manera 


pensarse de otro modo, sentirse 
de otra forma, amarse 
desde otras orillas 


Aunque aún no tengamos la última, 
ni la primera palabra siquiera 


hemos dicho la verdad 

y ésta ha roto, y ha escocido 

ha creado la grieta 
y ha deshecho el nudo 
y ha acallado al ruido 


y ha dado tanto miedo 
que nos hemos tenido 
que proteger y que retirar. 


Eternos espejos de las caras 
de quienes no se pueden 
ni ver a sí mismxs. 


Hemos sobrevivido 
descansa 
tranquilx 
nos merecemos todo el cariño 
del mundo 


el mirarnos 
desde ese inconfundible 
destello de ojos brillante 
que anuncia el universo que se intuye 
hay detrás. 


Y ya está. Y lo importante, 
y te repito 
es que ahora 


tú y yo 
juntxs 
y por separado 
ya vamos 


a estar bien.