Hubo una vez
(yo no la recuerdo)
pero sé que
hubo una vez
en que fui.
Que fui desnudo, que fui rendido
fui
Fui la carne, la piel, fui
trozos ligeros de células
inocentes.
Fui material blando y fui emoción suave.
Fui tan sólo el pedazo
de esa forma en que lo vulnerable
de puro frágil
no se da ni cuenta
ni que es.
Y yo, fui.
Fui de una necesidad transparente
vibrante, brillante y obvia
único testigo de mi propia naturaleza
incolora, inolora...
indolora yo diría.
Y acabé herido
y acabé vivo
y acabé creyendo
que eran a mis mentiras
a las que dar las gracias por ello.
Y me mentí
mucho, mucho tiempo
justo aquel que necesité tener
para poder dejar de hacerlo.
Pero, lo importante,
y te lo repito, y te lo prometo
es que antes de todo eso
yo fui.
Y fui todo, porque
podría haber sido cualquier cosa.
Al final, nada:
resulté siendo
aquella y aquel
quien ahora escribe esto
quien ahora te mira
recuerda
añora
te desea y
quien ahora
es
que mataría
y, que por nada del mundo aceptaría
cualquier otra forma de final
de mi propio cuento.
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