De la herida del rechazo
se sangra por los poros de las chaquetas
a esta herida concreta
no le va bien ningún atuendo
no le caben las medias, se le descosen los pliegues,
se le caen los pantalones.
A la herida del rechazo no le abarca este cuerpo que tengo
ni lo hará otro, ni el siguiente, ni el siguiente, ni el de después.
La herida del rechazo es un animal sediento
una mala pesadilla de niñxs,
es un juego roto con la caja de instrucciones extraviada.
La herida del rechazo
no se resuelve con un par de polvos.
Ni de libros, ni de viajes, ni de conversaciones, ni de operaciones estéticas.
(...)
Ayer vi tus ojos sin mirarme.
Un subsuelo se abre y me quedo atrapado dentro
tan adentro que de ahí no me sacan ni los pensamientos mágicos
ni Dios
y ahí
ahí todos los recuerdos y los besos, las playas, las amigas, los lugares
en donde fui feliz
se desvanecen y se llevan contigo
por un momento
todo lo que he construido hasta llegar a al cita que estamos teniendo.
Ayer vi tus ojos sin mirarme.
Supongo que en el fondo todxs necesitamos enfrente un espejo
que nos sonría
y que nos diga que no sé el qué, pero que está bien.
Ayer vi tus ojos sin mirarme
y te juro que lo que sentí fue tan, pero tan desagradable
aceleré la despedida
y ésta fue un regalo y también un quiebre
atronador
que me dejó de camino a casa
perplejo y abrumado.
(...)
Busqué para volver a encontrarme
los límites de mi piel
y simplemente pensé
en las despedidas
las despedidas, que nos dejan desnudxs y temblando
que nos traen a mesa puesta el silencio y el vacío
que dan el espacio necesario para que se manifiesten los monstruos
y el único secreto que nos queda
es tan sólo:
que todos y cada uno de ellos
ya estaban
aquí antes.
(...)
Voy a amar este cuerpo
al que tú no miras
aunque sea lo último que haga.
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