Dear Hetero
No me gustas en mi cama
y es, sinceramente
porque me traes enfrente
a esa mujer
y a ese hombre
que (también) aún viven en mí
es justo aquel, y la, que me señala por dentro
me recrimina
que me insulta, y que me reclama
casi desde que me acuerdo.
Esa mujer o ese hombre: ellxs son perfectxs.
Él y ella son, los que sí que son,
los que sí supieron
supieron saber ese ser así.
¿Así, cómo?
No lo sé. Así...
Así, como debe ser que son quienes sí saben.
Aquellxs quienes dicen ser
un hombre, una mujer
convencidxs y completxs.
No me gustas, porque
aunque me desees, y digas
que no me juzgas
que me respetas
que me cuidas
yo, lo noto aquí adentro
y noto,
en mi propio cuerpo
infalible sensor, más antiguo instrumento
de todos cuantos tengo
que si te dejo acercarte mucho
que si te dejo estar muy cerca,
o demasiado tiempo
despertarás en mí, lo que de mí yo menos quiero.
Y es por eso que tu existencia hetero
Y que tu deseo binario
me hace mal, me hace daño y
aunque me guste la idea,
y a ratos
a lo que jugamos
no me gustas tú
ni cómo me miras
ni que estés aquí
tan cerquita mío
que puedas palpar en tus dedos mi propia experiencia.
Y es por esto mismo,
que mientras esto suceda
y, de momento
me escojo a mí y que de ti yo me prevengo
y es por esto mismo,
que elijo cómplices y compañerxs
a quienes abrir, y que abran conmigo
lo negado, lo disidente y lo prohibido.
Y por esto es, amante trans* mío
que yo en tus ojos me veo
que yo en tus palabras me hallo
y que en tus manos, me siento
libre, limpio, auténtico y sincero.
Y no encuentro mayor regalo
para este espíritu…
Este espíritu que se enciende, se llena y se crece
cada vez que me puedo desnudar, y que te desnudas
casi, como escapando del mundo
metiéndonos en un bucle perverso
de morbos y cariños.
Allí desde donde ahora estás, te escribo
y te proclamo esto:
Porque nos amemos disidentes
y entre disidencias
y no esperemos a que lo haga
por nosotrxs el resto.
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