Libre albedrío.

Estás entre deprimido y cabreada, catalogando libros en la biblioteca. Aparece una francesa, casi no habla castellano, se quita su pamela y te dice que tienes cara de bollera. Te quedas en silencio, se te queda resonando “cara de bollera” te preguntas que de qué coño va esa tia. Se ríe. Te dice que si quieres aprender a mear de pie sin salpicar. Le dices que sólo te sale borrachx. Te dice que vayas con ella al baño que te enseña. No te meas especialmente. Vas. Lo conseguís. Se ríe. Te dice que si te quedarás en Granada. Le dices que no hay trabajo, que te irás. Te dice que te vayas con ella a Francia a recoger caracoles. Pones cara de asco. Se ríe. Te pide que le recomiendes libros. Le recomiendas tres. Se los lleva. Te pide tu número, te dice que le encanta hablar contigo. Se pone su pamela. Se da un golpe muy doloroso y humillante con la puerta. Se ríe. Se va. Te quedas veinticinco segundos mirando la puerta. Sigues catalogando libros.

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