He creído mirar tu fondo.
He creído tocar lo que te hace frágil.
Lo que te hace más bellx
y vulnerable
y hermosx.
He creído conocer qué se encuentra
en el sentido que tú le otorgas a tus propias palabras.
Y en mis temblores cotidianos
esos que por humillación
y por límite y por derrota ya no expreso
pero que me atraviesan de arriba abajo
sin que pueda evitarlos ni explicar
lo pienso
y supongo, que eso es lo que no se me suelta.
Y creo, que quizás, que eso es lo que no se me va.
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