No desearía creer saberte (que creyeras que me sabes) por ventanas de chat, ni por gmail, ni por entrada del blog, ni por guasap. He decidido que en esta vida, que es la única que tengo, yo quiero sentir a las personas a las que quiero sin intermediación ni vacíos de apatías (bueno, todavía se celebran cartas y llamadas, eso es cierto.) Yo no te quiero por bulimia de retaíla de imágenes construidas, te quiero por tus gestos el sonido de tu risa el temblor de tu llanto por la hormiga que me recorre si me miras o me tocas o me dices o el silencio. En resumen, creo, que es urgente que prioricemos los encuentros, defender y cuidar nuestros espacios y nuestras complicidades, que nuestras redes sociales no se formen por pantallas sino por cuerpos. Ofrecernos calor y cercanía, necesarias en este día a día que se tercia duro y golpea y mientras nos supuran las heridas olvidamos nos distanciamos aplazamos compañía y perdemos compañerxs.
Una estrategia más de separarnos envolviéndonos en aislante de apariencias y comodidades. La sensación de que nos estamos dejando, de que lo están consiguiendo.
Y si no te intereso, no te intereso. No me abras conversaciones ni me otorgues unas líneas ni me cuelgues tus enlaces.Quisiera nombrar importante la honestidad con unx mismx y con el resto llegadxs al punto de tan ridículas obviedades: si me lo envías, no es un abrazo, ya no son besos.
Contra las soledades
deshacer el nudo y forjar el lazo.
Esta decisión parece tan sencilla y es tan utópica que da susto.
Resulta tan extraño desearlo y que os lo diga
que nos doy miedo.
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