MI GRAN NADA.



Granada me enseñó que (también yo) podía ser feliz
contra todo pronóstico
contra toda autoridad.

Granada me enseñó a follar como lesbiana
y a redescrubrirme como trans.

Me reconcilió con la política
cuando ésta y yo andábamos en números rojos, en horas bajas

Y me la metió en los huesos
para no sacarla
y a la política la hice mía
y yo, claro, irremediable, me hice suyx también

Y por sus calles
odié la triste calma
y amé la rabia
y abracé la lucha
y me acosté con mis amigas
bajo las lunas del Albaycín

Yo no sé si fue Lorca, fue el alcohol o fue el feminismo
quienes me despertaron intensx y valiente
rápidx y ligero

me recuerdo vivx

también me recuerdo muertx

despidiendo
con una madre en el hospital moribunda y un corazón haciéndole juego
y los hilos que me sujetan cogidos con pinzas
de tender la ropa rota.

Hoy, en plena crisis de mi poeta
te vuelvo repentino, me vuelves repentina
diría que para parar y mirar
(con el privilegio de quien puede permitirse parar y mirar)
Con el lujo de quien puede ganarle a su amnesia la neurótica batalla

Hoy lúcido sudo, derrocho memoria.

Introspectiva retrospectiva
desde la calle Elvira
de nudos, brechas, cabos sueltos, noches desfasadas

Granada, me confieso: te echo de menos y para siempre te quiero
hagamos un trato, yo te perdono si tú me perdonas

Y si me dejas volver, yo vuelvo.

Ay, bendita sea tu eterna adolescencia.
Zorra cabrona.



https://youtu.be/ybm205q7Pd4

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