Eso.
Soy eso.
Soy el chico con tetas del gimnasio.
Soy la chica con bigote del metro.
Soy un chaval que le sangra el coño
soy una chavala con la voz sospechosamente grave.
Soy la bollera rara de la fiesta.
Soy el trans que no termina de hacer como Dios manda las cosas.
Soy "eso" a lo que no sabes indicarle dónde está (su) baño.
A lo que, puestos e elegir, el que más le pegaría es el de sillas de ruedas.
Soy "eso" que no sabes si habrá cumplido los dieciocho años.
A lo que pides el DNI y nada de lo que pone te cuadra
y además al parecer ya va para los treinta.
Al que miras de arriba abajo en bucle
para ubicar en su cuerpo qué es exactamente lo que te desconcierta.
Algo no encaja. Dónde, en qué parte, busca la trampa.
Y sí. Soy un pestillo echado,
también soy una ventana bastante indiscreta
donde mirarte tú con tus problemas.
Soy el zoológico del vagón.
La complicidad ante una agresión.
Soy lo que he decidido
estoy orgulloso de mis delitos,
de haber robado libertad.
Haber expropiado el placer.
Jugué con los límites y
he llegado a este sitio
he ido hasta donde me ha alcanzado mi equilibrio
mi salud, mi fortaleza personal.
Si algún día nos encontramos y es bonito
no quiero que te enamores como te enamoras de los chicos
no quiero que te enamores como te enamoras de las chicas
no follaremos desde ahí
no voy a cumplir, a responderte como tal
no sé si tiene sentido porque no sé explicarlo pero
cuando suceda quizás nos entendamos, quizás me entenderás.
O no. Quizás es que soy algo que no se entiende
y es que, quizás lo asumo
sólo porque hoy, me desperté y me di cuenta
que pese a todo, y gracias a todo,
estoy en el preciso y precioso sitio exacto
donde, de momento, por hoy
y por fin
deseo de veras estar.
¿Y tú, qué eres?
Pues eso.
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