"Cuando te conocí eras una cabeza sin cuerpo"

Tengo todas las veces que he visto el mar en las pupilas. Tengo cada orgasmo guardado en el vientre. Cada ataque de pánico adherido al diafragma. Tengo una adolescencia difícil en las muñecas. Tengo el ansia de querer más y más en las ojeras. Tengo el sistema sexo-género circulando por mi sistema endocrino. Tengo el recuerdo de tu cuerpo en el clítoris. Tengo la torpeza en los tobillos, la duda en las rodillas. Tengo los gritos que me aguanto apretándose en la lengua. Tengo todo el cariño que te tuve ayer en la sonrisa de hoy. Tengo el capitalismo recorriéndome las vértebras. Tengo el dolor de mi madre en los ovarios, que por fin descansan. Tengo el vacío de mi padre en el agujero del estómago. Tengo el deseo de no sentir nada en cada parada respiratoria. Tengo ganas de verlo todo en estos ojos grandes y abiertos. Tengo la derrota de no haberlo podido hacer mejor justo en el centro del ombligo. Tengo la inseguridad en las uñas. Tengo el camino que me queda en las piernas. Tengo lo que no sé decirte en la garganta. Tengo la alegría bailando en la cadera. Tengo mucho miedo en la nuca. Tengo la curiosidad y el placer latentes en las manos. Tengo muchas preguntas entre ceja y ceja. Tengo un posicionamiento político recorriendo toda mi piel. Tengo música, amenazas y refranes en los tímpanos. Tengo muchos duelos buscando su lugar y sanando entre las costillas.

¿Quién puede ir por ahí creyéndose una cabeza sin cuerpo?


"Pensar yo no voy a poder cambiar nada es de cobardes.

Unx debe hacer lo que debe hacer, como si efectivamente pudiera cambiar algo y a pesar de que efectivamente tal vez nada cambie.

Hay que luchar sin miedo y, si es preciso, sin esperanza."



Eso.


Soy eso.

Soy el chico con tetas del gimnasio.
Soy la chica con bigote del metro.
Soy un chaval que le sangra el coño
soy una chavala con la voz sospechosamente grave.

Soy la bollera rara de la fiesta.
Soy el trans que no termina de hacer como Dios manda las cosas.

Soy "eso" a lo que no sabes indicarle dónde está (su) baño.
A lo que, puestos e elegir, el que más le pegaría es el de sillas de ruedas.
Soy "eso" que no sabes si habrá cumplido los dieciocho años.
A lo que pides el DNI y nada de lo que pone te cuadra
y  además al parecer ya va para los treinta.

Al que miras de arriba abajo en bucle
para ubicar en su cuerpo qué es exactamente lo que te desconcierta.
Algo no encaja. Dónde, en qué parte, busca la trampa.

Y sí. Soy un pestillo echado,
también soy una ventana bastante indiscreta
donde mirarte tú con tus problemas.
Soy el zoológico del vagón.
La complicidad ante una agresión.
Soy lo que he decidido
estoy orgulloso de mis delitos,
de haber robado libertad.
Haber expropiado el placer.

Jugué con los límites y
he llegado a este sitio
he ido hasta donde me ha alcanzado mi equilibrio
mi salud, mi fortaleza personal.

Si algún día nos encontramos y es bonito
no quiero que te enamores como te enamoras de los chicos
no quiero que te enamores como te enamoras de las chicas
no follaremos desde ahí
no voy a cumplir, a responderte como tal
no sé si tiene sentido porque no sé explicarlo pero
cuando suceda quizás nos entendamos, quizás me entenderás.

O no. Quizás es que soy algo que no se entiende
y es que, quizás lo asumo
sólo porque hoy, me desperté y me di cuenta
que pese a todo, y gracias a todo,
estoy en el preciso y precioso sitio exacto
donde, de momento, por hoy
y por fin
deseo de veras estar.

¿Y tú, qué eres?
Pues eso.







No fuiste tú.


Quiero que me digas su nombre para salir a matarlo.

Y aún así no podría quitarte lo que te han hecho.
No puedo protegerte.

Quiero protegerte tal y como no pude protegerme a mí.

Quiero arrancarte la ansiedad el miedo la culpa la duda. 
No puedo. 
No se puede.  
Nisiquiera pude hacerlo por mí.

Quiero que me digas dónde vive y arrancarle los dedos. 
Que entienda que no merece haber nacido. 
Que no merece estar vivo. 
Que no merece despertarse mañana. 

Que sepa que su respirar es un saqueo y es delito
que cada vez que respira, está robando
está robando el aire que tú, y la otra, y la otra, y la otra
necesitais para recuperaros
de su mera existencia.

Que entienda que no merece este aire, que respirar en este mundo 
ya se le acabó.

Estoy harto de estar todo el día, toda la vida, en estas. 
En esta película de rabia y miedo. 
Estoy harto de pasarnosla sanando la miseria que nos injertais para rompernos. 
Estoy agotado de pensar y repensar en medio de esta guerra abierta.
Estoy cansado de sanar y resanar para que vosotros sigais viviendo.
De escribir y reescribir esta historia absurda
que ya es más nuestra que vuestra.

Estoy harto porque sé que en el fondo y por justicia
lo que os toca es sufrir vuestro terror.
Harto de encarnar cuando os miro
el monstruo que habéis creado.

Observo, mientras me cuentas, tu rostro huidizo e inocente.
Se me rompe la poca serenidad que traía hoy en las tripas al encuentro.
Te veo, te miro.
Están las calles llenas. 
No puedo protegerte. 
Quiero abrazarte y que nadie más te toque sin tu permiso, 
que tu dolor pueda descansar intacto.

Y no. No puedo protegerte.
Como no pude protegerme
a mí tampoco. 

Sí puedo abrazarte
sí puedo prometerte que yo estaré aquí 
cuando la tormenta pase 
y tú al fin puedas dormir.

Prometerte que sabrás qué hacer con todo esto
que sabrás, sin atisbo de duda, que no lo merecías 
que no fuiste tú
ni tú ni tú ni tú ni tú
quien metió la pata hasta el fondo esa noche.

¿Manada?
No quiero más reclamos de manada.
No quiero manadas, no creo a manadas.
No creo que la palabra manada esté ahora de este bando.
Pero déjame decirte, y déjate escuchar,
que hoy, creo en ti, y que hoy,
lo que puedo hacer es
abrazarte
fuerte
el tiempo suficiente
hasta notar
el suspiro exacto
en que tu cuerpo
al fin
comience a descansar.


Padre ni para.


No me alcanzas ni para una tarde

qué extraño ser de que seas mi padre
pienso mientras te oigo de fondo, como una radio, dando el parte
y eso haces: me aburres, me dilatas, me cansas, me partes
me marcho, y te quedas hablando solo
y yo
yo me quedo con tu vacío, tu ruido
me quedo sin saber.


No me inspiras ni para dos cafés

que sé que no estás bien
y que yo debería encargarme de algo al respecto
que así es la ley, la familia, que es un deber
que si tú estuviste yo ahora esté
pero, espera
el problema es que no estuviste, padre
el problema es que nunca preguntaste "¿qué necesitas?"
(no vaya a responsabilizarte)
y ahora miro la hora, y se me hace un poco tarde
me inspiras pena, y con eso yo no sé qué hacer.


No me das ni para un paseo.

No me ves, y yo no lo veo, y no puedo, y no quiero
performar el papel de hijx
de hijx y tan de mujer
que si culpa que si cuidados, todo el femi-postureo
de hacerte de oreja, de perro guardián, de testigo, estatua presente
en el fondo te aprecio
y es triste que hacerlo no lleve a ninguna parte.
No sé cómo finalizar el pareo
y es que, Señor Alfredo

no da usted ni para el típico "The End".

Escribir fue.


Escribir. Escribir fue un milagro.

Y últimamente
cada persona que estoy conociendo
se me aparece como una revelación
como una historia que contar
que merecería ser contada
no sé si a quién ni cómo
¿dónde es el sitio donde se cuentan las historias?

Decidir escribir fue importante.

Podría escribir una poesía al mes
y mi vida estaría más o menos en su sitio.
Sin embargo escribo una media de veinte
y así dentro continúa el suave y preciso desorden
la entrañable familiaridad del caos que contiene.

Escribir me arropa.

Me conecta y me abstrae
casi diría que hasta me sustituye
me deja dejar de ser yo y también poder ser yo por un momento
un ratito de tecleo y tinta
y la mirada se agudiza
las emociones se ponen en fila
los pensamientos mueven ficha
el cuerpo se coloca
(en todos los sentidos).

Escribir me acerca.

Me acerca a ti. Del mí al ti. Ganas me dan de decir
"oye, déjame escribirte encima"
suena raro y obsceno así que en vez de encima, escribo sobre
sobre y a través de ti
de tu historia que quiero oír
y perdona que te sorprenda que te diga
que creo, firme y políticamente, que merece ser oída.

Por favor, que alguien me diga
en esta ciudad maldita
¿dónde es el sitio donde se cuentan las historias?