Cortina de baño.


Barcelona resulta inmensa, y aún así, ya ves, a veces se nos queda corta.
Pasamos ratos, horas, tardes, noches en un mismo reducido espacio

ejerciendo nuestras presencias de una forma casi como si se evaporaran
con una cortina de ducha entre ambxs que nos hace intuirnos, y permitirnos a la vez no distinguir muy bien que somos efectivamente nosotrxs siendo en ese mismo lugar y momento

oigo su voz, su voz alta y grave ocupando tanto aire, pero no escucho, no presencio, no me giro, me evado

y esa cortina sólo se descorre inoportunamente en ciertas incómodas ocasiones en que en ese mismo lugar y momento nuestras miradas se coinciden, y nos agitamos, y yo me rasco compulsivamente la nuca hasta hacerme daño

y me desplazo con miedo a de pronto sin querer o queriendo tocarle o rozarle o algo de eso y esa especie de pánico escénico a qué podría hacer yo después de tal tropiezo imperdonable

luego marcho a casa con cierto nudo dentro de cuándo podrá suceder algo como un hola demos un paseo
algo resolutivo y práctico
algo maduro y ejemplar superdelaostia
pero
mi madurez y ejemplaridad aquí quizás nunca puedan suceder
es cierto que ciertos rotos ya nunca más encuentran arreglo

creo que te me rompiste y que me rompiste y no tengo aún las palabras para esto
no las he encontrado

y me jode, el moribundo soterrado "te echo de menos".

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