París no es punk.

El agujero interno me llevó hasta París, bajo el influjo del alcohol, recorriendo los kilómetros supurando a mi paso aquel infinito e insoportable dolor tan confuso. Una mañana cualquiera me levanté, fui a rastras hasta el baño, alcé la mirada, y de pronto volví a encontrar algo, algo reconocible sobre la superficie de aquel espejo. La visión de aquellx resultó tan fuerte después de tanto tiempo que profiriendo un grito casi me desplomo contra el suelo.

Al principio por impresión todo era un espectro borroso, finalmente la imagen alcanzó su nitidez.


- Hola, mi corazón, mi vida. 
- Bienvenida.
- He vuelto.
- Nunca más me abandones.
- Te he echado tanto de menos.


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