Basurerx.
En dirección contraria y cuesta arriba.
Cuando te digo "soy trans"
no te estoy hablando ni muchísimo menos
sólo de mi género.
.
He escuchado 3 veces en bucle
aquel audio en que de pronto tu voz coge
y me dice
que te atraigo.
.
Subo con la bicicleta
cada día
en dirección contraria y cuesta arriba
por esta misma calle
y esta imagen que te ofrezco
es porque
es la que más me podría representar y definir
por si en algún momento,
te da por preguntarte sobre que cómo,
o sobre que quién soy
mi respuesta es:
simplemente
imaginame a mí, e imagina esa calle.
.
Cuando apareció el nombre de TEPT
trastorno de estrés postraumático
aprendí a explicarme más
y a permitir que el resto me juzgase
muchísimo menos
He aprendido a aceptar
que, al parecer funciono así.
.
Soy esa persona
entre el 1'62 millones que tiene esta ciudad
que sube con la bicicleta
cada día
en dirección contraria y cuesta arriba
por esta misma calle
de esta Barcelona extraña
en donde llevo clavado 8 años
y escribo ahora esta cifra,
y me quedo petrificado.
.
Dónde ha quedado mi adolescencia
dónde lo que yo me contaba de la vida
cuántas veces me han roto el corazón
y qué miedo que le tengo a los putos audios.
Más bien diría que
qué miedo le tengo
a lo que cualquiera sienta por mí
como si eso me hiciera vulnerable,
como si eso pudiera hacerme daño.
.
Cuando te digo "soy trans"
no te estoy hablando ni muchísimo menos
sólo de mi género.
Cuando te digo "soy trans"
te estoy hablando de muchas cosas
te estoy hablando de mucha fortaleza
y te estoy hablando de mucho miedo.
Te estoy hablando de una necesidad
desesperada
por dejar que me quieran
y por unas dificultades enormes
en mirarte a los ojos
y decirte todo esto.
Te estoy hablando de una huida vital
casi continua,
de que los abrazos
son lo que más me hacen regresar
te estoy hablando de que hay mucha verdad
recorriendo por mis venas.
.
Cuando te digo que soy trans
te estoy hablando
de esa bicicleta, de esta cuesta arriba
y del cartelito del prohibido pasar.
.
Y la verdad es que nunca he querido encajar.
La verdad es que yo, como tú:
yo como tú sólo quiero que me quieran.
.
(Y joder. Qué ganas tenía de poder decir todo esto.)
Preguntas
Cómo has dormido
Qué te salió en la prueba
¿Hablaste ya con ella?
Cómo te gusta que te meta los dedos
¿Ya comiste?
Qué tal te fue la terapia
Qué haces esta tarde
Has leído el último libro
¿Quieres venir a dormir conmigo?
Cuando me miras en silencio, qué piensas
Me desearías más o menos si fuera cis
¿Necesitas que hablemos?
Tú cuándo crees que moriremos
Cuál es la fecha más difícil del año para ti
¿Te asusto?
Me gustas.
Pues nada, aquí.
Intentando, a base de preguntas
torpemente
entrar
en tu mundo.
Sin saber si habrá Dios.
Hicisteis lo que quisisteis conmigo.
Algunas noches salgo afuera y miro hacia arriba
sin haber un concreto hacia arriba,
desde esta Barcelona,
de donde no pertenezco
sin llegar a poder ver el cielo
y sin saber si habrá Dios
y, como no fumo, yo
sólo pienso
aprendí a hacerlo hace tiempo,
hace mucho, mucho tiempo:
mirar hacia arriba, sin encontrar el cielo
y
simplemente
pensar.
Hicieron lo que quisieron conmigo.
A veces me siento sólo un pedazo de carne
un amasijo de huesos,
aún teniendo adentro
esa vocecilla tierna interna
que me recuerda a duras penas
que yo no soy eso
que nunca fui eso
y que no seré eso
que no lo consiguieron,
que no lo conseguisteis
y os señalo
porque aún me arde dentro,
porque aún me explota dentro
porque no es justo y porque cada día grito que ya basta
aprendí a hacerlo hace tiempo,
hace mucho, mucho tiempo:
dejar de creer
dejar de sentir el placer
y sólo gritar
perderme en el esforzarme en hacerlo bien
en porque me quieras,
porque no te vayas
porque regreses
y es irónico porque
hace mucho, mucho tiempo
que fui yo quien se fue
quien se dejó de querer para
no regresar
(De a poquitos ya comienzo a regresar)
Hicisteis lo que quisisteis conmigo.
¿Habrá vida más allá del trauma?
Yo, que no fumo,
que sólo pienso.
Y pienso, y pienso, y pienso...
Yo, ahora que estoy bien.
Y, cómo me jode.
Porque en el fondo sigo esperando
a que alguien
por Dios, alguien
alguien se dé cuenta
de mí
y me venga a rescatar.
Oraciones Trans*
I.
Sea como sea.
Tú ya no vas a volver allí.
Aquello, aquello: ya fue.
Tú sabes
que no vas a volver allí
te dices
y mientras tus manos
y tu vientre y tu pelo y tu pecho
tan distintos
lo escuchan y lo dicen también contigo.
Te lo juro y te lo advierto.
Estás a salvo.
Niña, niño, niñe.
Lo lograste.
Por tus muertxs y tus propias muertes.
Que no. Que allí
ya te digo yo
que allí tú ya no vuelves.
II.
Me confirmo vivx.
Me confirmo absolutamente mediocre. Y únicx.
Me confirmo que todas mis partes aparentemente rotas y contradictorias
me conforman completx y perfectx.
No necesito ser masculinx ni femeninx para ti.
Ya no necesito eso.
Y me alejaré si me lo quieres hacer volver a sentir.
Les confirmo a todos mis demonios que sí,
que pueden visitarme.
Que no se escondan. Que les daré el espacio
y el tiempo correcto.
Me confirmo que no abriré más el vacío.
Me confirmo que merezco lo que, el tiempo que me quede,
me quede por llenarme.
Fuerza, respiración, centro y claridad.
Por mí y por todxs mis compañerxs.
III.
Te hiciste fuerte
desde lugares internos que no conocías.
Te reconociste
sostenidx en ciertas formas propias.
Justo en aquellas
que tú menos esperabas obtener.
Te descubriste
haciendo
exactamente
lo que hacía falta hacer.
Aunque tú no lo sabías.
Digamos que
te sorprendiste de ti mismx, y
bueno,
pues que lo viste,
y que subiste la apuesta.
Hizo falta casi de todo
para que hoy estuvieras.
Aquí.
Ahora ya sólo faltaría
que le quitases el factor sorpresa.
Falta. Qué falta.
Por faltar.
Falta:
que te (lo) creas.
UMBRAL
La desmemoria.
A la desmemoria te la describiría
como un vacío lento.
Yo lucho contra ella cada día.
Hay una parte mía
que te mira
y que te pide de rodillas
"por favor te lo suplico, ayúdame a recordar".
Pero,
tú ya no estás
ni tu mano ni tu espalda ni tu alma
ni tu risa en ese cuerpo
eres, sí, un cuerpo
en donde tu olvido
y mi quiebre con el pasado
se entrecruzan entre ellos
como caminos angostos, secos y largos
y, difíciles, insisto:
muy difíciles de recordar.
La desmemoria es un vacío lento
adonde pertenecemos la mayoría
de las personas trans*.
Porque,
¿Podríamos pertenecer
a cualquier otro lado?
¿Existiría para nosotrxs en la Historia cualquier otro momento?
¿Quién dirá nuestros nombres?
¿Importan vivos? ¿Importan muertos?
(Y, antes de ser dichos,
¿Sabemos cuáles
son aquellos nombres quizás?)
Su historia, de dónde salen,
y si nos hacen sentir más nuestrxs,
o si ni que sea menos vulnerables.
¿Cómo hacer la política de la memoria,
cuando ni nosotrxs mismxs somos capaces?
De saber, de decir, de traer, de rendir...
Y, claro: de recordar.
- Ven. Acércate. Te voy a contar un secreto.
Éste que te digo lo vi una noche, en sueños.
Y es que, existe un lugar
en que hay
decenas, cientos, miles,
de niñas, de niños y de niñes
esperando
a ser, y por fin, recordadxs.
Y a poder ser honradxs luego.
Es un limbo fantasma
otra dimensión, otro espacio y otro tiempo.
Yo me lo imagino como una guardería.
Es un limbo.
Está lleno de luz, y de una atmósfera sombría.
Y hay esa parte mía, la que no cesa
que querría llegar a ese sitio
y coger de la mano
a la niña, que también fui
para poder llevármela adonde ella y yo
podamos mirarnos, un largo rato.
En mi fantasía es sólo así
que yo podría recordar.
- ¿Qué pensaría, de mí?
Le quiero cantar unas nanas que ya de mayor aprendí.
- ¿Qué me diría, si pudiera hablar?
Quiero arroparla
y poder decirle que todo va a estar bien
que yo me voy a encargar.
¿A quién vería, si me pudiera ver?
¿Se daría cuenta de algo?
¿Lloraría? ¿Reiría?
¿Qué gesto sería el que haría la cara de esa pequeña niña
si yo apareciera, en su espacio detenido
y me la llevase conmigo
a mi vida de ahora a pasear?
- Te cuento otro secreto.
Éste no lo soñé, éste lo viví, y es muy real.
Y es que
la desmemoria es un vacío
que se forma justo
en el centro mismo del pecho.
Y si quieres saber de qué te hablo
y lo quieres observar
sólo detente, con amor, largo rato y respeto
en la mirada
de la mayoría
de las personas trans*.
Nueva serie de pequeños cuentos viejos o “por qué a lxs trans la habitación de la Woolf se nos quedó pequeña”
I.
Dormí niña y desperté monstruo.
Las paredes de mi habitación nunca supieron contener,
el mundo que
adentro se venía. Encerraban y no abrazaban.
Sólo
ocultaban, sólo retenían.
Y me escapé.
Hoy, que duermo “él”
y sueño con la niña.
La niña que despierta y juega con el monstruo.
Y, entre juego y juego,
se susurran se cuentan y se miran.
¿El qué?
Lo que entonces
no se tuvo palabras para decir.
II.
Descubrí a Aladdin
me froté mi propia lámpara
y le pedí mis deseos.
Y pedí poder ser niño
para poder desear
y desearme a mi manera.
Y pedí poder ser niña
para lograr la invisibilidad.
Sólo querer desaparecer
sólo
conseguir que me dejaran
en paz.
Nada funcionó.
Me asusté.
Me perdí.
Hasta que descubrí la magia:
la lámpara siempre
concede tres.
Encontré mi tercer deseo.
Lo inventé. Lo habité.
Y fue allí que
colorín colorado
me quedé a vivir.