Lo que te llamaron
en los vestuarios
en el patio
en la cola del baño
cuando de tan pequeñx
aprendiste lo que se siente
al quedarse sin amigxs
lo que te dijeron
la primera vez que llegaron
las malditas mariposas
y fue con quien no esperabas,
ni te contaron, ni correspondía.
Y no tuviste a quién explicarle
lo que te encontraste
cuando visitaste aquel médicx
cuando se expedió un informe
a tu nombre
cuando te miraste al espejo
y no reconociste quién allí te devolvía
una mirada triste, ausente
y algo perdida de sí misma
Lo que intento transmitirte
es que a ti, como a cualquiera
hay palabras que te han atravesado
la diferencia
es que estas tuyas, estas,
vienen desde arriba
y que un buen día te caen encima
y se quedan, se te quedan,
y que pesan
y se vuelven un poquito tú a ratos.
(O quizás y más bien, eres tú
quien se vuelve un poquito ellas)
Lo que intento transmitirte
es que las palabras importan
y más si fuiste esx quien
no cumplió, no quiso, no supo
y no ha encajado.
Que son palabras
las que te atraviesan en tu paso
por la vida
y que a veces llegan hasta en tu paso
hacia ese otro lado
al que por aquí llamamos muerte.
Que lo que te insisto
es
que lo que te llaman
mientras te matan
es muy importante.
Y que si un día no vuelves
que ojalá yo me entere
quién fue y cómo.
Y que cuentes conmigo
porque yo, esa palabra
que tan contra ti se volvió tan tuya
yo,
de esa palabra no me olvido y te la recojo
y la pintaré en absolutamente cada sitio
donde tú pasabas
para comprar los lunes
y por donde cada lunes, tú,
en un mundo más justo, lindo y habitable
en uno que no dé tanto susto,
tú
tú tendrías que seguir estando pasando.
Por ti Samuel, y por cada víctima diaria del fascismo.
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