De sábanas y señales.



Tengo tantas ganas de hallarte
como las de que tú me halles
y no sé dónde empiezan unas
y acaban esas otras
que te digo.


La invitación a mis sábanas
ha cambiado con el tiempo
han cambiado los años
y he cambiado yo con ellos
también las sábanas
(estas en concreto, las compré borracho
de oferta en El Corte Inglés)


Las ganas, no cambian.


Es el ansia de descubrimiento.
De ti, de mí, de algo
que siempre resultará inesperado
y que se siente como nuevo
y me nueva, me nieva y me renueva
es un juego del ajedrez con movimientos
y estrategias
es como querer abrir libros
por aleatorias páginas diversas
como tirar dados.


El sexo es un juego de ni ganar ni perder.


Es muy divertido.
De veras.


Hoy es tu cuerpo, ayer, fueron otros
mañana ya veremos
el mío, permanece en las sábanas cambiantes
de/sde las que te escribo
y también ha mutado,
ha explorado diferentes posturas, movimientos
y maneras
le han cambiado las curvas
le han salido pelos
deseos, dudas, orgasmos


Mi cuerpo es el mismo aquel que una vez
tenía 15 años y le hizo una paja
en un parque casi ya a la luz del día
a un pavo
que ni supe su nombre, ni recuerdo
sus rasgos, ni me importó nunca
mucho
todo esto


Tengo ¿de estas? tresmil.


Es el mismo cuerpo.
No sé si lo estoy sabiendo transmitir.
Es muy extraño hacerlo.


Como te decía.
Las ganas siguen, las sábanas cambian
el pelo crece, las caderas se reducen,
la voz se agraba, el clitoris, hace lo suyo


y tú, a ti, a quien quiero invitar
a una posible aventura


Tú eres otra, otrx.


¿Te das cuenta?
Que yo lo soy también.


Es el mismo cuerpo.
No sé si lo estoy sabiendo transmitir.
Es muy extraño tratar de hacerlo.


Te invito a creer en ello,
y a crecer.


Y, si crees que no vas a creer
y, si te dispones a que
no vaya a crecer...


bueno, pues ahí,
ahí ya lo veremos.


Espero señales.
Aquí te espero.

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