“Tengo signo de agua”
dijo. Yo eso no lo entendí.
Pero algo sí:
que tenía unos ojos del color
de algún océano extraño.
Eso fue lo primero que pensé.
Lo último fue que
de entre sus piernas
no dejó de salir en toda la noche
mientras gemía
agua, y agua, y agua, y agua...
Toda la ropa acabó empapada
el colchón, casi inutilizable
quién, cómo, con qué y de qué manera
dime
iba a poder dormir
esa noche
entre toda esa marea
y esx sirenx
misterioso, acuático y húmedo
alguien en que, si te podías encima
te sentías
como navegando
en una balsa
de agua salada y dulce a la vez
Estaba muy oscuro,
pero a pesar de todo sí logré ver
unos ojos de color
de algún océano extraño
mirándome a mi también
y dos piernas abiertas
y
agua, y agua, y agua, y agua....