Cuerpo, ¿qué cuerpo?
¿El que tú ves? ¿O en el que yo me veo?
¿El que te folla o en el que me siento?
Ya no sé qué parte es la que mi mente crea y cuál es, simplemente, autónoma de la mente.
Después de tantos años de angustia contenida. De innombrables. De culpa. De vergüenza. De puntos de fuga y huídas.
Después de todo. Sentarme y parar a escribir sobre mi cuerpo.
¿Es delirante? ¿Mi sensación física?
¿Es mi cuerpo delirante?
¿Entiende mi pensamiento a mi cuerpo?
¿Entiende tu pensamiento a mi cuerpo?
¿Y mi cuerpo? ¿Se entiende?
Todo cuanto puedo escribir
sobre ¿él?
cabe entre dos signos interrogantes
y se formula en fórmula de duda
como ejercicio constante.
A veces sin respuesta.
Sin-respuesta tranquiliza.
Otras veces casi mejor darse por muertx
que seguir sin lugar y sin sufijo
en este crónico limbo perdidx.
Mi cuerpo se cansa con el paso del tiempo
cuando a veces nada mueve y nada cambia
y agacha su cabeza ante las miradas y los juicios y los daños invisibles y la eterna pedagogía para la gente y contra sí mismx
a mi cuerpo le duele pero también cada día es más fuerte
Mi piel son mis límites y están poblados de pelo y de palabras
breves y volátiles
que cada día me protegen y definen
me explican y me reconocen vivx
a veces.
Es eso.
Siempre
es a veces.
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