Es un asunto de vital importancia encontrar personas con las que poder estar triste. Permanecer triste. Que acompañen. Que sostengan. Sin que intenten sacarte de ese sitio, sin disfrazar con palmadas la presión encubierta para que dejes de hacer eso. Sin consejos ni juicios ni distancias ni reproches. Acompañarse. Estar triste, ahora, aquí. Por un rato. Por nada. Por todo. Porque sí. Por millones de cosas que duelen y pesan. Tristes. Juntas. Está bien así. Y ya. 

La tristeza es nuestra habitación, nuestro paisaje más vulnerable. Necesita respeto. Hacer entre todas que sentirse triste no vuelva a significar quedarse solx. Nunca más.



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