Una ley no es nada.






Una ley no es nada.
Nada.
Al lado de todo lo que nos habéis robado.


Una ley no es nada.


Quizás no hacía falta
que nos mostrarais tan a la cara
y tan descarado
que no os somos personas
que no partimos del respeto
que no tenéis corazón y no habrá justicia
si seguimos en vuestras manos


Quizás no hacía falta.
O quizás sí, la hacía.


Una ley no es nada,
creednos,
NADA.


Seguiremos resistiendo
y en el camino nos iremos encontrando.


Politización y memoria,
compañerxs.


Que ni perdonemos ni olvidamos.


Demostrasteis
que odiáis cada pequeño esbozo
de belleza, de esperanza y de vida.


La belleza que representamos.
La esperanza que somos.
La vida que despertamos.


Una ley no es nada.


Pero hoy...

hoy
una ley lo fue todo.









El gobierno. Y yo, después.










Mi verdad y mi historia.


Mi cuerpo y el gobierno.
El deseo y la ley.
El hombre y la mujer.


Mis pecados, y los tuyos, y los de ellos.
Lo natural y lo violento.
Mi cuerpo. El gobierno.
La santa normalidad, y yo...


y yo, después.


La radio y la prensa.
La rabia que no cesa.
El escaparate y el contenedor.



Arder. Romper.


Lxs hijxs que no sé
si puedo o si quiero o si voy a tener.
Aquel nombre aún en mi carnet.
Mis tetas sin quitar.
Mis hormonas que a saber.


Mis recuerdos que no se van.
Mi pasado que me pesa.
Mi confusión prematura.
Mi rareza congénita.


Mi soledad.
Mi no-lugar.
El no entender.
La puta falta de pertenencia.


El trauma.

Diagnóstico.
Disforia.
Te cambio apego por sexo
y me quedo tan contento.


Tengo miedo:
no sé si de quién soy
o de quién quiero llegar a ser.


Mi novia dice que soy trans.
Mi madre no dice nada.
Mi padre se levanta y se va.


El gobierno.
El gobierno.
El gobierno.


Y mi cuerpo.
Y mi mierda, mi duelo, mi miedo.
Y después...


Y yo.

Y yo, después.