Verás. Quiero conocerla. Y no sé cómo hacerlo. Sin forzar las maneras. Porque, verás. En esta ciudad no suele suceder. Eso del querer. Eso de conocerla. Y, vaya. Porque, verás. Al final sólo quiero conocerla por sus palabras. Nisiquiera tengo resuelto si me gusta o no me gusta. Así, sin conocerla. Deduzco que sí porque leerla me hace ver en otros colores. Las cosas. Y eso es mucho. En este cuerpo. En esta ciudad. A estas alturas. Yo no sé ni si me importa el grado de neurosis que implica el que quiera conocerla con todo lo que eso implica este conocerla sólo pudiendo ofrecer esta inocencia adolescente esta ida de vuelta estos nervios avivados imaginación desbocada sorpresas escuetas taquicardias varias y romanticismo literario caducado del que ya no se lleva.

Pero hoy la leo, y verás, quiero tanto conocerla.


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