"Cuando te conocí eras una cabeza sin cuerpo"

Tengo todas las veces que he visto el mar en las pupilas. Tengo cada orgasmo guardado en el vientre. Cada ataque de pánico adherido al diafragma. Tengo una adolescencia difícil en las muñecas. Tengo el ansia de querer más y más en las ojeras. Tengo el sistema sexo-género circulando por mi sistema endocrino. Tengo el recuerdo de tu cuerpo en el clítoris. Tengo la torpeza en los tobillos, la duda en las rodillas. Tengo los gritos que me aguanto apretándose en la lengua. Tengo todo el cariño que te tuve ayer en la sonrisa de hoy. Tengo el capitalismo recorriéndome las vértebras. Tengo el dolor de mi madre en los ovarios, que por fin descansan. Tengo el vacío de mi padre en el agujero del estómago. Tengo el deseo de no sentir nada en cada parada respiratoria. Tengo ganas de verlo todo en estos ojos grandes y abiertos. Tengo la derrota de no haberlo podido hacer mejor justo en el centro del ombligo. Tengo la inseguridad en las uñas. Tengo el camino que me queda en las piernas. Tengo lo que no sé decirte en la garganta. Tengo la alegría bailando en la cadera. Tengo mucho miedo en la nuca. Tengo la curiosidad y el placer latentes en las manos. Tengo muchas preguntas entre ceja y ceja. Tengo un posicionamiento político recorriendo toda mi piel. Tengo música, amenazas y refranes en los tímpanos. Tengo muchos duelos buscando su lugar y sanando entre las costillas.

¿Quién puede ir por ahí creyéndose una cabeza sin cuerpo?


"Pensar yo no voy a poder cambiar nada es de cobardes.

Unx debe hacer lo que debe hacer, como si efectivamente pudiera cambiar algo y a pesar de que efectivamente tal vez nada cambie.

Hay que luchar sin miedo y, si es preciso, sin esperanza."



Eso.


Soy eso.

Soy el chico con tetas del gimnasio.
Soy la chica con bigote del metro.
Soy un chaval que le sangra el coño
soy una chavala con la voz sospechosamente grave.

Soy la bollera rara de la fiesta.
Soy el trans que no termina de hacer como Dios manda las cosas.

Soy "eso" a lo que no sabes indicarle dónde está (su) baño.
A lo que, puestos e elegir, el que más le pegaría es el de sillas de ruedas.
Soy "eso" que no sabes si habrá cumplido los dieciocho años.
A lo que pides el DNI y nada de lo que pone te cuadra
y  además al parecer ya va para los treinta.

Al que miras de arriba abajo en bucle
para ubicar en su cuerpo qué es exactamente lo que te desconcierta.
Algo no encaja. Dónde, en qué parte, busca la trampa.

Y sí. Soy un pestillo echado,
también soy una ventana bastante indiscreta
donde mirarte tú con tus problemas.
Soy el zoológico del vagón.
La complicidad ante una agresión.
Soy lo que he decidido
estoy orgulloso de mis delitos,
de haber robado libertad.
Haber expropiado el placer.

Jugué con los límites y
he llegado a este sitio
he ido hasta donde me ha alcanzado mi equilibrio
mi salud, mi fortaleza personal.

Si algún día nos encontramos y es bonito
no quiero que te enamores como te enamoras de los chicos
no quiero que te enamores como te enamoras de las chicas
no follaremos desde ahí
no voy a cumplir, a responderte como tal
no sé si tiene sentido porque no sé explicarlo pero
cuando suceda quizás nos entendamos, quizás me entenderás.

O no. Quizás es que soy algo que no se entiende
y es que, quizás lo asumo
sólo porque hoy, me desperté y me di cuenta
que pese a todo, y gracias a todo,
estoy en el preciso y precioso sitio exacto
donde, de momento, por hoy
y por fin
deseo de veras estar.

¿Y tú, qué eres?
Pues eso.







No fuiste tú.


Quiero que me digas su nombre para salir a matarlo.

Y aún así no podría quitarte lo que te han hecho.
No puedo protegerte.

Quiero protegerte tal y como no pude protegerme a mí.

Quiero arrancarte la ansiedad el miedo la culpa la duda. 
No puedo. 
No se puede.  
Nisiquiera pude hacerlo por mí.

Quiero que me digas dónde vive y arrancarle los dedos. 
Que entienda que no merece haber nacido. 
Que no merece estar vivo. 
Que no merece despertarse mañana. 

Que sepa que su respirar es un saqueo y es delito
que cada vez que respira, está robando
está robando el aire que tú, y la otra, y la otra, y la otra
necesitais para recuperaros
de su mera existencia.

Que entienda que no merece este aire, que respirar en este mundo 
ya se le acabó.

Estoy harto de estar todo el día, toda la vida, en estas. 
En esta película de rabia y miedo. 
Estoy harto de pasarnosla sanando la miseria que nos injertais para rompernos. 
Estoy agotado de pensar y repensar en medio de esta guerra abierta.
Estoy cansado de sanar y resanar para que vosotros sigais viviendo.
De escribir y reescribir esta historia absurda
que ya es más nuestra que vuestra.

Estoy harto porque sé que en el fondo y por justicia
lo que os toca es sufrir vuestro terror.
Harto de encarnar cuando os miro
el monstruo que habéis creado.

Observo, mientras me cuentas, tu rostro huidizo e inocente.
Se me rompe la poca serenidad que traía hoy en las tripas al encuentro.
Te veo, te miro.
Están las calles llenas. 
No puedo protegerte. 
Quiero abrazarte y que nadie más te toque sin tu permiso, 
que tu dolor pueda descansar intacto.

Y no. No puedo protegerte.
Como no pude protegerme
a mí tampoco. 

Sí puedo abrazarte
sí puedo prometerte que yo estaré aquí 
cuando la tormenta pase 
y tú al fin puedas dormir.

Prometerte que sabrás qué hacer con todo esto
que sabrás, sin atisbo de duda, que no lo merecías 
que no fuiste tú
ni tú ni tú ni tú ni tú
quien metió la pata hasta el fondo esa noche.

¿Manada?
No quiero más reclamos de manada.
No quiero manadas, no creo a manadas.
No creo que la palabra manada esté ahora de este bando.
Pero déjame decirte, y déjate escuchar,
que hoy, creo en ti, y que hoy,
lo que puedo hacer es
abrazarte
fuerte
el tiempo suficiente
hasta notar
el suspiro exacto
en que tu cuerpo
al fin
comience a descansar.


Padre ni para.


No me alcanzas ni para una tarde

qué extraño ser de que seas mi padre
pienso mientras te oigo de fondo, como una radio, dando el parte
y eso haces: me aburres, me dilatas, me cansas, me partes
me marcho, y te quedas hablando solo
y yo
yo me quedo con tu vacío, tu ruido
me quedo sin saber.


No me inspiras ni para dos cafés

que sé que no estás bien
y que yo debería encargarme de algo al respecto
que así es la ley, la familia, que es un deber
que si tú estuviste yo ahora esté
pero, espera
el problema es que no estuviste, padre
el problema es que nunca preguntaste "¿qué necesitas?"
(no vaya a responsabilizarte)
y ahora miro la hora, y se me hace un poco tarde
me inspiras pena, y con eso yo no sé qué hacer.


No me das ni para un paseo.

No me ves, y yo no lo veo, y no puedo, y no quiero
performar el papel de hijx
de hijx y tan de mujer
que si culpa que si cuidados, todo el femi-postureo
de hacerte de oreja, de perro guardián, de testigo, estatua presente
en el fondo te aprecio
y es triste que hacerlo no lleve a ninguna parte.
No sé cómo finalizar el pareo
y es que, Señor Alfredo

no da usted ni para el típico "The End".

Escribir fue.


Escribir. Escribir fue un milagro.

Y últimamente
cada persona que estoy conociendo
se me aparece como una revelación
como una historia que contar
que merecería ser contada
no sé si a quién ni cómo
¿dónde es el sitio donde se cuentan las historias?

Decidir escribir fue importante.

Podría escribir una poesía al mes
y mi vida estaría más o menos en su sitio.
Sin embargo escribo una media de veinte
y así dentro continúa el suave y preciso desorden
la entrañable familiaridad del caos que contiene.

Escribir me arropa.

Me conecta y me abstrae
casi diría que hasta me sustituye
me deja dejar de ser yo y también poder ser yo por un momento
un ratito de tecleo y tinta
y la mirada se agudiza
las emociones se ponen en fila
los pensamientos mueven ficha
el cuerpo se coloca
(en todos los sentidos).

Escribir me acerca.

Me acerca a ti. Del mí al ti. Ganas me dan de decir
"oye, déjame escribirte encima"
suena raro y obsceno así que en vez de encima, escribo sobre
sobre y a través de ti
de tu historia que quiero oír
y perdona que te sorprenda que te diga
que creo, firme y políticamente, que merece ser oída.

Por favor, que alguien me diga
en esta ciudad maldita
¿dónde es el sitio donde se cuentan las historias?






El camino de vuelta.


(Prefacio)

Caminaba enloquecido por la ciudad que no descansa.
Antes que esta, hubo otras muchas ciudades más.
El problema nunca fue beber. El problema era la bestia
que lo perseguía por detrás.

Beber ahogaba y no ayudaba en la escapada.
La bestia ganaba, así, su propio juego.

Aunque corras siempre acaba siendo domingo o lunes
siempre vuelve el otoño el invierno
tu cumpleaños, el 31 de Diciembre

empapadx bajo la lluvia fría del miedo
nunca se consigue llegar demasiado lejos.

Correr, y correr, y correr.
Hasta caer, y llorar, y echar de nuevo a correr.


                                 . . . .

(El camino)

Sólo intento llegar a mi casa.
No tengo que responder a tus preguntas.
No voy a suavizar mis opiniones para evitar que tengas una opinión crítica sobre ti mismx.
Mi vida no es "valiente". Y es mía, no tuya.
No quiero ser cortés ni sentirme agradecidx por tu atención.
No quiero sonreir.
Que te jodan a ti y a tus buenas intenciones.
Estoy enfadadx.
Que te jodan.
Sólo quiero llegar a casa.


                                 . . . .


(La familia)

He tenido muchas familias.
Os reconozco y me reconozco
en ese cálido abrazo de domingo
del dejarse caer
del poder estar. Ser.

Fuisteis familia antes de saber nombraros.

Vuestro amor queer, raro, desviado
curó la brecha de mi propio desvío
al menos, sus estragos más amargos

acariciasteis mis vacíos

ayudasteis a convertir mi oscura soledad
en perla de ostra
a la que valorar, respetar, cuidar, proteger

y así comprendí, en un mundo que no comprendía
y así comprendí, partes de mí que, en realidad, jamás voy a comprender

Hacernos justicia es
desnuclearizarnos, y desromantizaros

que familia nunca habrá una
(y menos mal)

sois tantas con las que fui feliz
las que me habéis sostenido con vida
tan importantes,
tan permanentes y fugaces
que vuestros rostros y nombres todos juntos me abruman
y alientan

el rumbo

de lo y lxs
que vendrán

lo y lxs que, entre la nostalgia y la plenitud,
aún
están aún por venir.

(...)

Ven conmigo.
Volvamos a casa.


                                 . . . .





Domingo de cenizas.


Tú y yo

nos andábamos abandonando en los días
en los mismos convulsos días
en que el otoño abandonaba al verano
y Catalunya abandonaba España


Tú y yo

nos íbamos perdiendo en los días
los mismos putos miserables días
en que mi madre echaba a la calle la ropa a mi padre
y se metía a llorar en la cama
en que mi padre le amenazaba por teléfono
y dejaba de comer, y se volvía loco

aquellos días
sus abogadxs comenzaban su ceremonial guerra fría
los políticos su gran circo de estafa
y tú y yo

"tú y yo" abandonaban y perdían todo lo que les hacía cómplices
lo que les complacía, acoplaba, acompañaba.

Quiero romper
y llorar
y no puedo

no permito
y escribo
por sacarlo por algún sitio

y es una vergüenza tan profunda
querer recibir un "amor mío" al teléfono
que
me duele en el pecho la imagen que me clavaste anoche y
las palabras punzantes que te hice oír cuando me asusto
y pincho.

Las lágrimas que no salen me llenan toda la noche
todo lo llenan de noche
y oscurece en tus recuerdos

Quisiera que alguien nos traiga de vuelta
que pare con esta ironía
de días
decirte mira,
no somos ni tu padre ni mi madre
no quiero tus cosas en la calle
ni dejar de comer ni el cuerpo en cama
quiero traernos de vuelta a casa
de vuelta abrazarte

que alguien por favor si lee esto me diga
qué hago
cómo se despierta del descuido del letargo

del cuidado
del amor
y el respeto.

Qué desastre, cariño, qué desastre.


De testoestrerona.



Estoy estrenando voz
a mis veintinueve años
y no encontraría en esta vida muchas mejores excusas
mejores noticias, acontecimientos u oportunidades
para dejarme disfrutar del placer del decir.

Podría asumir que mi decir ha cambiado su cómo
para decidir cambiar mi cómo del decir.

¿Y si la gravedad del timbre
fuera capaz de desagravar el relato?

Poder decidir qué ser en lo dicho
eco, rumia o sentencia.
Quizás las tres al mismo tiempo.

Decir desde otro lado, decir desde este otro sitio del mí,
tan poco explorado.
Decir sosteniendo.
Sin apartar la mirada o
dar hastiosas largas con palabras camufladas
que tanto aprendí.
Decir sin más rodeos, paños ni apaños
calientes.

Alimentar el placer de mi propia lengua.

Para nombrar lo que existe, lo que vive, lo que está y es
aunque hoy no entienda
aunque hoy nos cueste
reconocer.

Desde esta nueva voz de mis veintinueve vueltas al sol
y otros tantos intentos vitales
con la que hoy no cojo el teléfono a mi madre
por vergüenza
o por miedo a que, confusa la señora, me pida que me pase la llamada
yo a mí.

Hoy podría revestir de orgullo
mis cuerdas vocales
y podría celebrarla, y contarte
lo que yo ya sé pero no sé si tú sabes.

Contarte todo lo que a día de hoy nace
desde este cuerpo
el complicado de dentro-afuera y de fuera-adentro
y no sé si precisamente a causa
de habitar desde esta nueva voz
el espacio y el tiempo
que me incumbe y acontece

don de la oportunidad
don de la palabra
don-de anunciar de nuevo
y como nunca antes

señoras
señores
hé aquí
mi VOZ.











Casi noviembre.



Te guardo como un tesoro

en una cajita de oro,

entre algodones de enfado y de arrepentimiento

qué torpe, por mi parte

qué incongruente aprendizaje

y sin embargo, así me quedo

así es, como yo aprendo a hacerlo

por si vuelves a suceder, en ti o en otro cuerpo

por si vuelvo a sentir.

Ya sabes, por si la siguiente.


····


Hoy, era casi noviembre

y desperté con un sol de agosto picándome en los párpados.

Bostecé. Noté la ausencia. El vacío. Me hice un café.

Y con el café, comprendí.


Miedo marchó de viaje

dolor marchó de viaje

resulta que

no se despidieron y

por favor te pido, que no se enteren:

no les cuentes que les voy a echar de menos.


····


La saliva en la cicatriz

me salva la cicatriz

a MÍ me salva la cicatriz

y a ti, ¿qué te salva?



Descuerpos y Díasforias.






El mercado me ofrece cientos de productos, complementos, programas e intervenciones corporales. Me ofrece cortes, hormonas, inyecciones, me ofrece terapia. Me ofrece dietas y gimnasio. El mercado no atiende ni entiende la posibilidad de sentirse bien en el cuerpo de unx, entiende y extiende la posibilidad de comprarte otro cuerpo, otra autoestima, otra vida.

Me da por creer que a las personas gordas, de funcionalidad diversa, anórexicas, bulímicas y trans nos están engañando exactamente igual. Que tenemos una desesperación compartida. Y para terminar, me pasa que cuando pienso en esto, y me altero, el feminismo no me suele ayudar a encontrar la calma que sí encuentro accediendo, de cualquier forma, al mercado.

Días de Disforia. Díasforias.

Días de fobias y norias.

Disforia es el término psiquiátrico con el que se patologiza un recorrido incierto de vida. In.cierto. Ciertos recorridos de ciertas vidas. Disforia es el término que describe el efecto de toda una construcción cultural, política, materializada en el propio cuerpo, en la propia mirada, de quien le da sentido y presencia a la carne.

Me siento el maldito conejo de Alicia, ¿de qué corres, adónde vas?

En los días así, los díasforias, me cansan los términos, la psiquiatría, me cansa el constructivismo, me cansa el feminismo, me súper cansa el transfeminismo, es que no os quiero escuchar ni en pintura. Tapo todos los espejos de casa, me alejo de la cocina, respiro cada nuevo impulso de hacerme daño, decido que hoy no es un buen día para esto, que, por ejemplo, hoy no me voy a hormonar. Y sé que esta precisa punzada no es ni más ni menos que el resultado de una violencia que se me cruza en la identidad, y que en un día como hoy, igual que yo, estamos todxs quienes no hemos podido/querido reconocernos en el ideal, quienes no hemos podido/querido asumir ese número 2. Que aparece porque me planté y porque decidí dar voz a este sitio de ruptura en que me encuentro. La disforia hace eso. Rompe, parte, te reparte los cachos allá donde pisas. Y el lento camino de coserlos, en esta sociedad de bulimia, ideal e imagen, se convierte en una carrera de obstáculos donde todo aparece lleno de incertidumbre que se desfigura en la gran DUDA, duda... duda... duda... dolor que no encuentra superficie para respirar, un saco de preguntas que no encuentra fondo del asunto donde caerse muerto.

En días como hoy me cago en la ostia, en cuánto daño radical ha hecho el esencialismo al que criticamos, mientras todxs andamos buscando en los espejos esa esencia ser, la esencia persona, esencia mujer, esencia hombre, esencia trans.

Esto es cada día, y es ahora.

¿Y tú qué dices, soy o no soy suficientemente trans?








Castora.



Castora Hernández, 1950. Mi abuela. Con esa foto tan de los 50, pintada por encima. Tan guapa.

Murió la noche del 23 de junio del 2016, yo estoy lejos y no sabía si se moría o no, aunque algo muy fuerte me recorría el cuerpo y ahí sabía que sí, que se estaba muriendo. Le escribí un homenaje, de esos pequeños homenajes que les escribimos algunxs nietxs a las eternas no-homenajeadas en la historia, a nuestras abuelas.

"Mi abuela no jugó ni fue a la escuela, tenía que dejar antes bien limpios los zapatos de sus 10 hermanos y ya no le daba tiempo. Ellos acabaron ingenieros. Le gustaban los boleros y las coplas en la radio, ver la misa retransmitida de los domingos, ir a los toros en fiestas mayores y quedar para jugar a la brisca con sus amigas; y le daba miedo los ruidos, la noche, los rojos y las gitanas. Daba unos abrazos y unos besos impresionantes, te retumbaba la cara según entrabas por su puerta. Su padre le pegaba una paliza cuando llegaba tarde a la mesa. Siempre me veía más alta que la semana pasada, para ella yo siempre estaba dando el estirón, una vez me lo dijo con 23 años. Gritaba mucho por las noches atada a la cama, atiborrada a pastillas. Hacía filetes empanaos con ajito y sopas de arroz y palitos de cangrejo cuando yo iba a verla. Decía que yo era un tesoro, que más lista que el hambre, más maja que las pesetas, más buena que el pan. Nadie le llamó para decirle que la madre a la que cuidó hasta el final había muerto. Nadie le dio las gracias por haber sido una esclava. Ella quería que yo fuera feliz, y que nunca jamás tuviera hijxs (en ello ando abuela). Me quería mucho, mucho, en su forma de querer, y yo a ella en la mía. Escribo porque ahora mismo no sé si ya se ha muerto, y lloro y me duele el pecho. Y yo quisiera cantar juntas su temazo preferido. Y la echo tanto de menos."


Hoy me pongo otra vez su temazo favorito.



Género es...





//el género es la fábula de una fundación estable para un mundo real de caos, violencia y duda.//




MI GRAN NADA.



Granada me enseñó que (también yo) podía ser feliz
contra todo pronóstico
contra toda autoridad.

Granada me enseñó a follar como lesbiana
y a redescrubrirme como trans.

Me reconcilió con la política
cuando ésta y yo andábamos en números rojos, en horas bajas

Y me la metió en los huesos
para no sacarla
y a la política la hice mía
y yo, claro, irremediable, me hice suyx también

Y por sus calles
odié la triste calma
y amé la rabia
y abracé la lucha
y me acosté con mis amigas
bajo las lunas del Albaycín

Yo no sé si fue Lorca, fue el alcohol o fue el feminismo
quienes me despertaron intensx y valiente
rápidx y ligero

me recuerdo vivx

también me recuerdo muertx

despidiendo
con una madre en el hospital moribunda y un corazón haciéndole juego
y los hilos que me sujetan cogidos con pinzas
de tender la ropa rota.

Hoy, en plena crisis de mi poeta
te vuelvo repentino, me vuelves repentina
diría que para parar y mirar
(con el privilegio de quien puede permitirse parar y mirar)
Con el lujo de quien puede ganarle a su amnesia la neurótica batalla

Hoy lúcido sudo, derrocho memoria.

Introspectiva retrospectiva
desde la calle Elvira
de nudos, brechas, cabos sueltos, noches desfasadas

Granada, me confieso: te echo de menos y para siempre te quiero
hagamos un trato, yo te perdono si tú me perdonas

Y si me dejas volver, yo vuelvo.

Ay, bendita sea tu eterna adolescencia.
Zorra cabrona.



https://youtu.be/ybm205q7Pd4

Es increíble. (16 años)



Cuando tenía 16 años me dejó mi primer novio, de 14, porque sus padres creían que yo era muy mala influencia para él. Le llevaron a confesarse a un cura, y le prohibieron volver a verme. Un día nos escapamos a dormir a la playa de una isla. No funcionó. Nos encontraron. Y cada vez dolía todo más. Tienes 16 años, aún no hay herramientas para digerir el mundo que se te viene.

Dejé de comer y de dormir.
Me recuerdo tan perdida, tan adolescente...

Hemos vuelto a vernos muchas veces y muchas vidas después de aquello. Nunca le he podido perdonar del todo, ya ves.

Hoy me reencuentro con el escrito que dejé en un ordenador por aquel entonces.






"ES INCREÍBLE

Es increíble. No se lo digas a nadie. Pero son las 7 y 27... y sigo viva.
¿Por qué?
No tengo ni idea, no entiendo nada. Sólo sé que debería estar muerta, y no lo estoy.
¿Por qué deberías estar muerta?
Bueno, vale, es verdad que al final no llamé al programa ese de la pitonisa, pero es que pensé que sería muy deprimente para el resto de los oyentes oír cómo le decían a una chica de 16 años que moriría aquella tarde de miércoles.
Pero eso no importa, porque de todas formas yo estaba segura de que iba a morir.
¿Por qué?
Porque mi cuerpo lo sabe: mi pelo, mis caderas, mis manos, mi nuca, mi vientre, mi lengua, mis piernas... TODOS lo saben. Y yo lo sé.
¿Por qué?
Porque él ya no está.
¿Por qué?
Porque nunca estuvo.
¿Nunca?
En realidad siempre está. Él no lo sabe, o quizás sí... pero siempre está.
¿Siempre?
¡Siempre! Sé que la gente siempre se marcha, lo sé... nadie permanece a tu lado. Nadie. Todos se van, sí, a nadie hay que acostumbrarse, a nadie hay que amar, porque se irá y tú morirás, y le dará igual... Pero él es distinto. Él me duele mucho...
¿Por qué?
Porque a él yo lo necesito.
...¿Por qué?
Porque desde que lo conozco el corazón me late más fuerte.
¿Y eso es bueno?
Quizás es que estoy enamorada jajajijujeja o quizás es que es una enfermedad (quizás él es una enfermedad) y en cualquier momento me va a dar un infarto.
¿Por qué?
No, no, miento. No me va a dar ningún infarto.
Joder, ¿y por qué?
Porque si me fuera a dar un infarto ya me habría dado. Y sigo viva. Jamás moriré si no me he muerto ya.
¿Jamás?
Sí, soy inmortal. Pero no por mucho tiempo. Sólo hasta que le vuelva a ver."

Canción triste.


...Para poder llorar y dejarse estar con el asco y la tristeza.



Uno, que no te vea ninguno.
Dos, agarra el tenedor.
Tres, repite otra vez.
Cuatro, sírvete otro plato.
Cinco, la ansiedad aún no se ha ido.
Seis, ¿no puedes dejar de comer?
Siete, si alguien te pregunta, miente.
Ocho, cada día estás más gordo.
Nueve, pero mientras comes no sientes.
Diez, vomita y volver a empezar otra vez…



Con humildad, silencio y austeridad.

llegó el momento de volver

volver a casa.






punk.


Prefacio para mis futuras memorias.

Con 14 años ya era punk aunque yo no lo sabía. Esta foto es de un carnaval, salgo disfrazada de pija y fumando aunque yo no fumaba, estoy encima de la encimera de una cocina que desconozco apoyada en un bote de nesquik, recuerdo ligar con el chico que me gustaba de la fiesta y sólo sé que es desde esa noche que no he podido volver a beber tekila.

Transfemilistas.






Al principio era una tesis de Preciado, luego se convirtió en el patio del recreo. De uno feo, custodiado por monjas castigadoras y con gente con mote que a la salida le quitan su bocata.


La idea es escapar del insti, y hacerlo a toda costa. Aunque sea dejando atrás a las amiguis colocadas en sus propios instis, y perdiéndote el baile final y la graduación.
Que su deidad el feminismo me saque ya de allí. Nunca quise volver a las discotecas de Palencia. Y ya son demasiados dejavus.
Hay que ver qué fea suena la palabra "instituto" repetida cinco veces, y qué feo quedarse a vivir para siempre allí.
Semos anti-instituciones crónicamente institutoliadas.

Aire!

Siete(cientas) vidas.



Esta canción es una mañana soleada en Granada, son 23 años, es dolor, fuerza y rabia, son hostias, abrazos, es realidad, nuevas formas de mirar y de follar, es un "y ahora qué", todo un incierto camino por delante.

Bandas sonoras de una vida.




"Cuando me acuerdo de ti, rememoro el principio del fin..."



Bajas pasiones.


Imprevisto. Me atrevo, miro. Ausencia. Y entonces sólo soy mi propio niño oscuro. Las teorías sobre amor romántico ahora mismo no alcanzan y el impacto de ese cariño haciendo eco te empuja y te tira.

Recuerdos, duelo, letargo azul, tristeza serena y dejar a la oscuridad visitar un rato este cuerpecillo.





¿Algún día dejaré de mirarte así cuando te miro?


Descuerpos.

El mercado me ofrece cientos de productos, complementos, programas e intervenciones corporales. Me ofrece hormonas, inyecciones, me ofrece terapia. Me ofrece dietas y gimnasio. El mercado no atiende ni entiende la posibilidad de sentirse bien en el cuerpo de unx mismx, entiende y extiende la posibilidad de comprarte otro cuerpo, otra autoestima, otra vida.

Me da por creer que a las personas gordas, de funcionalidad diversa, anórexicas, bulímicas y trans nos están engañando exactamente igual. Que tenemos una desesperación compartida.

Y para terminar, me pasa que cuando pienso esto, y me pongo nervioso, el feminismo no me suele ayudar a encontrar la calma que sí encuentro accediendo, de cualquier forma, al mercado.

Se nos gastó la víctima de tanto usarla.

Saber Vivir I



Ayer me robé la antología de Gloria Fuertes, la señora de aquella voz que me contaba cuentos durante toda mi infancia desde el vinilo de mi habitación, que recuerdo tan oscura. Si las etapas de la vida se definieran por los libros que unx no suelta (hay quien las define por las parejas, yo qué sé), esta bollera feminista tan loca y maravillosa que se me reaparece, sería pues esta nueva etapa.

Mi Alejandra, yo lo siento Pizarnik, porque no te quiero más, ahora. Te dediqué tantas poesías... y fue un día que desperté y ya no me decías nada.


Hoy necesito locas que se rían del mundo y de sí. Locas que sobreviven a este sistema asesino. Pero sobretodo, que se sobreviven a ellas mismas.








"Me voy: / Me voy a las lejanas lagunas donde plantas hay algunas./ Me voy a los lejanos países donde pises, donde pises, donde pises encontrarás tus raíces./ Me voy lejos de aquí. Cuando una masa te diga lo que pasa volveré ha venir."


Yo. 8 años.